La cadena de supermercados Lidl ha generado una mezcla de sorpresa y preocupación entre los vecinos de un edificio residencial al inaugurar una nueva tienda en los bajos del inmueble. Los residentes, al llegar a sus casas, encontraron en las puertas de sus casas unas bolsas llenas de productos como chocolate negro, café y mermelada de melocotón, junto con una nota de bienvenida. A primera vista, este obsequio parecía un gesto de cortesía por parte de la empresa, pero para algunos, como Santi Espasa, uno de los vecinos, la situación es más compleja y tiene un trasfondo preocupante.
El gesto de Lidl, que al principio parecía una simple muestra de buena voluntad para presentar la nueva tienda, ha sido interpretado por algunos residentes como un intento de “silenciar” sus preocupaciones. Espasa, a través de un vídeo en redes sociales, compartió su inquietud al señalar que el verdadero problema no radica en los productos recibidos, sino en lo que implicará para la comunidad la llegada del supermercado, especialmente en lo que respecta al uso del aparcamiento del edificio.
Un aparcamiento en disputa
El corazón de la polémica radica en el aparcamiento compartido del edificio. Según Espasa y otros vecinos, Lidl planea utilizar este espacio, que hasta ahora ha sido de uso exclusivo de los residentes, para los clientes del supermercado. Esta decisión ha causado revuelo entre los habitantes, quienes ahora se preguntan dónde podrán dejar sus vehículos si el aparcamiento es ocupado por los clientes del supermercado. En el vídeo que Espasa publicó, señala con preocupación que el supermercado instalará un acceso directo desde el aparcamiento hacia el edificio, utilizando los mismos ascensores que los vecinos emplean para llegar a sus hogares.
“Lidl nos calla con un regalito”, expresó Espasa en tono irónico, sugiriendo que la bolsa de productos es una especie de compensación para evitar el descontento que generará el cambio en el uso del aparcamiento. Según su versión, el cartel colocado en el ascensor del edificio por la empresa confirmaba que el espacio del aparcamiento se transformaría en parte de la nueva tienda Lidl, lo que ha llevado a los vecinos a preguntarse cómo manejarán la situación en el futuro. "Gracias por el chocolate y el café, pero ¿qué hago con el coche?", comenta el vecino, reflejando la frustración de gran parte de la comunidad.
Opiniones divididas
La publicación de Espasa en redes sociales no tardó en desatar una ola de comentarios, muchos de ellos cuestionando las bases de sus quejas. Mientras algunos simpatizaban con su preocupación, otros señalaron que, probablemente, el aparcamiento no es un espacio privado de los residentes, sino que pertenece al edificio en su conjunto y puede ser gestionado según las decisiones de la administración o los propietarios. “Deduzco que no sois propietarios”, escribió un usuario, insinuando que si los vecinos no son los dueños del aparcamiento, Lidl está en su derecho de hacer uso del espacio.
Otro comentario, en tono más humorístico, sugirió que los vecinos habían "vendido" el aparcamiento a cambio del contenido de las bolsas, cuyo valor se estima en unos siete euros. Esta postura fue apoyada por otros usuarios, quienes destacaron que, si el aparcamiento no es exclusivo para los residentes, la queja podría no tener sustento legal.
Sin embargo, el argumento de que los ascensores del aparcamiento conectan directamente con las viviendas ha generado preocupación. Muchos vecinos ven esto como una invasión de su privacidad y temen que el tráfico de clientes del supermercado pueda afectar su tranquilidad y seguridad. La posibilidad de que los clientes de Lidl utilicen las mismas instalaciones que los residentes es un tema que, según Espasa, no ha sido suficientemente aclarado por la cadena alemana.