Pedro Sánchez, el presidente español que ha escrito un manual de resistencia, que para sus detractores ha hecho gala de un carácter frío y de estratega, que ha soportado a lo largo de su carrera política el tenso comité federal de 2016 que lo desbancó del PSOE entre gritos e insultos, que ha visto cómo grupos ultras apaleaban una piñata con su efigie y que aun así se ha mantenido a flote, finalmente se ha quebrado ante la sorpresa de propios y extraños y ha dejado su cargo en el aire hasta su comparecencia del próximo lunes. Pero, a pesar del giro inesperado, en Euskadi ni PNV ni EH Bildu creen que sea pura escenificación y creen que los medios de la derecha han tocado su punto débil al poner en la diana a su mujer, Begoña.
El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, cree que Sánchez es sincero y se solidariza con él, aunque con un recado: le pide que no prorrogue la incertidumbre y que aclare ya su futuro, antes del lunes. Y cree que la salida más sencilla sería una cuestión de confianza, que Sánchez convoque un pleno en el Congreso para revalidar sus apoyos. Le bastaría una mayoría simple. Las alternativas son dimitir e investir a otro candidato, o ir a unas elecciones a finales de julio, opción que no convence a nadie y menos a unos socios que quieren que la legislatura dure y se cumpla lo pactado.
En una entrevista concedida este jueves a Onda Vasca, Ortuzar no ocultó que el anuncio de Sánchez ha sido "insólito, muy sorprendente y raro para los usos políticos a los que estamos acostumbrados". A partir de ahí, añadió que se le ocurren una serie de reflexiones. La primera, política, porque "parece extraño que un presidente decida desaparecer cinco días en un momento álgido de la política, en la campaña para las elecciones catalanas, en un momento en que venimos de las vascas y en puertas de las europeas, y con muchísima intensidad en el Congreso". "Con esa decisión tan extraordinaria, lo que uno llega a entender es que es algo que le ha afectado profundamente al presidente, un presidente que tiene fama de resiliente y de tener una piel de elefante que lo aguanta todo", dijo.
En segundo lugar, en lo personal, dijo entender su decisión. No cree que sea una "pose". "Cuando le zumban a uno, se puede pensar, como se dice en la calle, no haberte metido en política", reconoció, pero "cuando entran con la familia", la cuestión cambia y es más delicada. En tercer lugar, puso sobre la mesa una reflexión judicial. "Con la irrupción de los nuevos partidos, se instaló un cambio de percepción: todo el mundo es culpable hasta que se demuestre la inocencia. Se hicieron cambios en los procedimientos para que cualquier denuncia, por floja que sea, diera paso a una investigación. El juez casi no tiene margen. Es un dislate, hay que darle una vuelta", alertó.
En ese sentido, apostó por atajar la corrupción sin duda, pero planteó que no es posible que "un sindicato de ultraderecha", en alusión a Manos Limpias, que ha denunciado a la mujer de Sánchez, "pare la política por meter una querella". "Las leyes tienen que ser más justas", añadió, para recordar que al PNV le sucedió algo similar en Nafarroa con la denuncia de UPN contra Manu Ayerdi, archivada por la justicia.
En cualquier caso, a pesar de toda esta solidaridad, deseó que Sánchez "tome una decisión rápida y la comunique" con celeridad. "Toda mi solidaridad en lo personal, pero la decisión tiene que ser antes, porque va a ser muy duro incluso para su propio partido aguantar todos estos días de especulación. Entiendo su necesidad de serenar el ánimo, pero un impasse de cinco días es excesivo", previno Ortuzar, quien ha hablado con Sánchez por personas interpuestas.
¿Sabe el PNV lo que va a hacer Sánchez? Desde el Congreso aseguran que no y se remiten a las palabras de Ortuzar. Cuando se le preguntó si una cuestión de confianza sería lo más sensato, admitió que es un desenlace con el que especulan todos y es la vía "más sencilla". Las otras dos son la dimisión y la investidura de otra persona (puede reabrir el melón de las exigencias de los socios al PSOE), o esperar hasta finales de mayo para que pase el año preceptivo para disolver el Congreso desde la anterior disolución, y elecciones en verano. Pero aclaró que, si Sánchez dimitiera y llegara otro líder, los acuerdos del PNV están blindados por llevar el membrete del PSOE como partido.
Las incógnitas
¿No tiene ya Sánchez el respaldo de sus socios sin necesidad de una cuestión de confianza? ¿No estaba sacando leyes adelante a pesar de la ofensiva de la derecha? ¿Es entonces este movimiento una jugada maquiavélica para obligar a que ERC y Junts revaliden su apoyo antes de las elecciones catalanas, para complicarles una ruptura con Sánchez tras los comicios? ¿Por eso ha dejado estos días de margen, para que los grupos se posicionen? Nadie responde con un sí. El lehendakari Urkullu, por su parte, apeló a la estabilidad y lamentó que todo esto es "muy extraño", desde la denuncia hasta el giro de Sánchez, pero evitó especular.