Polideportivo

El futuro de la Vuelta se abre paso entre la niebla

Remco Evenepoel desnuda a Roglic y lidera la carrera en el Pico Jano, donde vence Jay Vine
Vine estrena el Pico Jano
Vine estrena el Pico Jano

Los últimos susurros del calor, la lenguas ardientes del bochorno, se sacudieron en San Mamés entre el arrope y la lumbre de la afición, entusiasmada con la Vuelta, pero tamborileando los dedos a la espera del Tour, a esos tres días de julio, subrayados en amarillo. Las manos que aplauden son los dedos que cuentan descontando el futuro. El sol se desvaneció de pleno sofoco, empujado por los codazos de la nubes, gordas y cargadas, en Cantabria.

Una ametralladora con balas de lluvia descargó con ira. El cielo se puso melancólico, con esa tristeza que se trasluce en los días grises. No hubo sol pero fue un día muy luminoso aunque la niebla mostrara a tientas un espectáculo maravilloso en el Pico Jano. La tormenta perfecta descargó sobre la cumbre inédita. Lo acontecido pasará a la historia de la Vuela. Reverberará en la memoria colectiva como un día para recordar. Revolución.

TREMENDO EVENEPOEL

En un verano que es un puzle de tierra agrietada por la sequía que arenga el cambio climático, la lluvia no sentaba tan mal. Floreció el mejor ciclismo. Pieles frescas después de un puñado de días maltratadas por el sol, inclemente. Remco Evenepoel, hijo de la lluvia, acababa los días crepitantes metido en un barreño de agua fría para calmar el quemazón del sol. El belga no necesitaría ese tratamiento en Pico Jano. Se bañó en champán. Burbujeante, explosivo y dorado, Evenepoel es el nuevo líder de la Vuelta. Un gorila en la niebla. El joven prodigio volteó a Roglic, al que se le cayó la máscara y se le percibió el gesto doliente. La roca esloveno era porosa. La agrietó Evenepoel, un dinamitero.

El capataz de la Vuelta cedió, descosido. Un episodio inaudito. Su primera derrota en la Vuelta. El ciclista de las tres coronas perdió brillo en una ascensión que evidenció el empuje de Evenepoel, que se subió al trono con determinación, descaro e impertinencia en un final espectral. El poder se arranca de las manos de quien lo ostenta sin pedir permiso.

En Pico Jano, anudado a Enric Mas, recuperada su mejor versión, dio un respingo el belga. El golpe sobre la mesa del joven tuvo un eco demoledor. Evenepoel se situó en la atalaya de la carrera. Manda con 28 segundos de renta sobra el mallorquín y 1:01 respecto a Roglic, obligado al remonte, algo inopinado en la Vuelta. Con todo, no conviene descartar a Roglic, un campeón de punta a punta.

LANDA, DESCOLGADO

Tras el esloveno tintinean un magnífico Juan Ayuso, cuarto en la etapa, a 1:12. Sivakov, Geoghegan y Carlos Rodríguez, otro joven, cierran la persecución, lejos ya. Simon Yates, el que encendió la mecha en el Pico Jano, y Almeida se cimbrean cerca de los dos minutos de retraso. Demasiado. La montaña cántabra tachó a Landa, a un mundo. El de Murgia solo podrá pelear por una etapa. La general se le escurrió entre la lluvia en Pico Jano, donde se fijaron la huellas de los favoritos. Landa se perdió en la niebla.

Antes de los fastos de Pico Jano tocaba la Collada de Brenes, donde la fuga era un rosario. De los diez que se lanzaron a explorar la lluvia, entre ellos Xabier Mikel Azparren, solo mantuvo el rictus Mark Padun el día nacional de Ucrania. Orgulloso. Su bandera de reivindicación. La niebla tomó por las solapas el puerto, la carretera estrecha, vieja, descuidada, de lija, picada, con viruela. A Molard, el líder, le dolían las piernas, mordidas en una montaña donde mostró los incisivos el Quick-Step. Alaphilippe desplegó el arcoíris, convertido en enseña pirata. La manada de lobos de Lefevere quería clavar los colmillos.

DESCENSO PELIGROSO

Sobre la cima se acabó el padecimiento de la dureza fatigosa que provocan las cuestas duras y que golpean al mentón, pero nació la inquietud de un descenso sobre un cristal de espejo. Una pista de patinaje. Los rostros reflejados en el asfalto. Temor y nervios. Gritos de Munch. Padun era un cuadro bajando. Tieso, sin soltura. Atado. Rígido. Supuraba agua el asfalto. El instinto de supervivencia mandaba. El Bahrain trazó en cabeza la bajada hasta que Alaphilippe, travieso, quiso darle más velocidad al grupo de favoritos bajo la tormenta.

La lluvia caía sin desmayo, amenazante como el campeón del Mundo, sherpa de Evenepoel, que no le asustan las bajadas aunque sean acuosas. Enterró en el olvido la caída escalofriante del Lombardia en 2020. Mas también se sacudió los fantasmas que le atenazaron en el Tour, donde el pánico le paralizó. El sillín era un diván. Padun se empeñó para entrar al Pico Jano, el inédito puerto. Molard se desgañitaba intentando cauterizar la pérdida con los favoritos. Pinot enganchó al líder un palmo antes de la última subida. El último servicio. Le acompañó Alphilippe, sacrificado. Padun tomó aire. Molard se quedó sin él.

YATES ENCIENDE LA MECHA

En las fauces del puerto, los favoritos se medían, apelmazados. Las miradas sin chispa, como lágrimas en la lluvia. Jay Vine se disparó a por la etapa. Masticó a Padun. Simon Yates se agitó con ese estilo tan suyo, pizpireto. El estirón del inglés convocó a los mejores, cosidos unos a otros en la niebla. Landa se desgajó. Al alavés la montaña le descartó. No está en su mejor momento. Deberá esperar a otros episodios. En el lado opuesto surgió Evenepoel. El belga elevó el volumen al máximo. Tremendo su ritmo sostenido. Más decibelios. Rock duro. Roglic, fantasmagórico, se agrietó. Estalló Carapaz. Padeció Almeida. Mas se soldó a Evenepoel, desatado en medio del diluvio.

El belga quiso encontrar la colaboración del mallorquín, pegado a su rueda, aunque escasamente solidario. La ascensión, cegada por la niebla, se intuía. Gateaban los perfiles. Juan Ayuso salió de la cortina húmeda y blanquecina para perseguir a Evenepoel y Mas. Se quedó a dos aguas. De Roglic, contra las cuerdas, tratando de minimizar pérdidas, se colgaron el resto de hombres de la general. El esloveno llevaba a hombros los favoritos, salvo Carapaz, desorientado en las tripas del Pico Jano.

VICTORIA DE VINE

La cima la estrenó Jay Vine, el primero en asomar entre la niebla, que ocultaba las caras. No así el carácter. Evenepoel demostró que desea la Vuelta. El belga venido del futuro descubrió sus intenciones. A esas se subió Mas, pegado a Evenepoel, pero sin la chispa para poder sobrepasarle. A Mas no le dio el viento en la cara. A Evenepoel, que es un puño de músculos, le dio igual. Lo atravesó. Hizo un agujero en la niebla y aplanó la montaña. Desnudó a Roglic, al que aplastó. El esloveno se sostuvo por el coraje del viejo campeón. El nuevo, Evenepoel, pide paso. Derribó la jerarquía el belga, líder de la Vuelta. El futuro ya está aquí. Se abre paso entre la niebla.

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2022-08-26T16:14:03+02:00
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