El Bilbao Basket necesita un tiempo muerto

El Surne Bilbao Basket necesita un tiempo muerto. Un reseteo. Un periodo de pausa para aclarar ideas, restaurar los cuerpos maltrechos y buscar soluciones a sus actuales problemas de juego, que le han metido de lleno en una racha adversa de seis derrotas en los últimos siete encuentros de la Liga Endesa en la que las sensaciones son incluso más preocupantes que los resultados. El conjunto vizcaino agradecerá como pocos el parón de dos semanas que asoma en el horizonte con motivo de la disputa de la Copa y de las ventanas FIBA. No es, ni mucho menos, que el calendario vaya a relajarse posteriormente en la vuelta a la competición –le tocará rendir visita al Gran Canaria y al Real Madrid para abrir marzo–; es más la necesidad de hacer un paréntesis competitivo para interrumpir la nefasta dinámica en la que se encuentra inmerso y reparar en la medida de lo posible las conexiones rotas, las reglas que han dejado de cumplirse y los roles que se han difuminado.

Pero antes de llegar al momento de cargar pilas, los hombres de negro tendrán esta semana una doble cita competitiva. Mañana visitarán al potente Lenovo Tenerife de Txus Vidorreta, que ayer perdió en la cancha del Real Madrid dando descanso a Marcelinho Huertas y Giorgi Shermadini, en encuentro perteneciente a la Basketball Champions League y el sábado llegará al Bilbao Arena el Granada, que ayer rompió su racha de diez derrotas seguidas ganando al Fuenlabrada, un encuentro en el que están puestas las miradas para tratar de poner fin a la dinámica adversa en la competición doméstica y no afrontar el parón competitivo en situación de depresión y creciente inquietud.

Y es que el sábado ante el Monbus Obradoiro el conjunto vizcaino recayó en los mismos errores y carencias que en las últimas semanas han resquebrajado su coraza grupal. El otrora equipo corajudo y resistente, con capacidad para vender cara la derrota incluso en los días en los que el juego no le acompañaba, se desplomó como un castillo de naipes en la apertura del tercer cuarto. Encajó en menos de tres minutos un parcial de 15-0 como consecuencia de una concatenación de errores y se acabó lo que se daba. Generar un juego ofensivo potable en el que se fabricaran situaciones ventajosas de anotación fue complicadísimo, más aún con la defensa rival focalizada en aislar a Adam Smith ante la ausencia de Ludde Hakanson, y Marek Blazevic se unió a la lista de los Marc Gasol, James Nnaji, Ersan Osmani, Ante Tomic y Artem Pustovyi como pívot que encuentra un latifundio en las cercanías del aro bilbaino para lucirse ante sus pares.

Tras el encuentro, Jaume Ponsarnau quiso ver brotes verdes en la actuación de su equipo, penalizados eso sí por ese parcial adverso. “Hemos empezado el partido un poquito mejor que los últimos días fuera de casa, algo más sólidos. Esta vez en la rotación hemos encontrado más solidez, más de energía que de calidad, y hemos empezado a competir. Creo que la diferencia de siete puntos al descanso era mayor de lo que había pasado en el juego y en el tercer cuarto hemos empezado bien pero, de repente, muy mal. Muy, muy, muy mal. Hemos dejado de seguir nuestras normas y ahí hemos perdido el partido. Luego hemos buscado gente que a nivel de mentalidad nos permitiera volver al partido y hemos tenido nuestras opciones, pero el Obradoiro estuvo sólido. Excepto en ese momento del tercer cuarto en el que hemos perdido nuestra solidez, creo que en el resto ha habido un paso adelante, pero es difícil verlo con tan mal tercer cuarto a nivel de sensaciones”, afirmó.

Lo único claro es que el Bilbao Basket necesita algo más para volver al buen camino, recuperar las virtudes que le convirtieron en una de las grandes sorpresas del curso y añadir nuevas variantes que le hagan menos previsible, aunque la composición de la plantilla en cuanto a generadores de juego puede que tampoco permita muchas alternativas. Para tratar de buscar soluciones, nada mejor que un tiempo muerto.