Día de los Mayores: La otra cara de la fiesta de San Fermín

Si algo se lleva demostrando en Pamplona desde hace décadas es que los Sanfermines son unas fiestas de lo más polifacéticas, con opciones de todo tipo y para todas las personas. Y por supuesto, para todas las edades. Precisamente este miércoles se celebraba el Día de los Mayores. El penúltimo día de las fiestas, Pamplona lo dedicaba a ellos. Un día siempre emotivo y más en este año en el que las fiestas han vuelto, tras dos años de pandemia en los que han sido, sin duda, el colectivo más afectado. La tradicional misa en honor al santo se celebró en la Capilla de San Fermín. La recepción institucional a las personas centenarias y varias actuaciones musicales especiales formaron parte también de la agenda.

Al finalizar la misa, los que habían acudido se reunían a la salida para decidir cual sería su siguiente destino. Un grupo de tres amigas optaba por dar un paseo por la Taconera, otros preferían buscar una terraza en la que refrescarse, en cualquier caso, a casa no se iba.

Marga paseaba entre los árboles de la Taconera y admitía que siempre ha sido muy sanferminera, aunque en marzo sufrió un esguince en el pie y eso ha impedido que este año haya disfrutado las fiestas como le hubiera gustado. A la vuelta de su visita al médico, contaba que a ella lo que le gusta es “brindar, tomar el aperitivo, ir a los conciertos, ver las peñas y disfrutar del ambientillo”. Cuando era joven de lo que más disfrutaba era de bailar. “Ahora también bailaría pero como me ha tocado esto, pues nada”, lamenta apoyada en el bastón que le ayuda a caminar durante su proceso de recuperación. Pero con ilusión, aseguraba: “¡El año que viene a bailar!. El coronavirus no le ha preocupado en exceso, porque para esas cosas, decía, es “muy libre”.

Durante las fiestas muchos aprovechan para pasar tiempo con sus seres queridos, y optan por actividades más familiares. Delia Bermejo acompañada sus dos nietos visitaba los puestos de venta ambulante. “Este año están siendo unas fiestas más tranquilas”, decía. Respecto al tema de la pandemia, explicaba que estos Sanfermines los ha vivido con precaución y confesaba evitar las multitudes: “Si veo aglomeración en cualquier sitio no me meto, o me pongo la mascarilla”. Es una de las muy pocas personas afortunadas que todavía no ha pasado el covid. “Espero librarme, pero va a ser un poco complicado”, reconoce. Antes de que la pandemia arrebatase la fiesta a los pamploneses, Delia solía subir al centro a ver algún espectáculo. “Estuve el otro día en el concierto de Demodé Quartet en el Condestable, me encantan, son geniales. Estuve viendo las jotas en el Paseo Sarasate, los puestos, las barracas con los nietos…”, las opciones son variadas y ella se anima con todo. El encierro también le gusta, pero lo suele seguir por la tele, porque “para ir a la plaza hay que madrugar mucho”. Mencionaba también el calor que ha invadido la ciudad durante estos días: “A mi me gusta el calor, pero tanto y tantos días seguidos... en Pamplona sobre todo que no estamos acostumbrados, es excesivo”.

Calor del que se refugiaban Antonio y Gregorio, de 87 y 75 años, sentados en un banco a la sombra. Estos amigos eran el claro ejemplo de la forma tan diferente en la que pueden vivir los pamploneses las fiestas. Mientras Gregorio esperó las fiestas con emoción y aseguraba pasarlo “de puta madre”, Antonio, abandona todos los años la ciudad para pasar los días de ajetreo en el campo. Eso sí, tienen la tradición de acudir el día siete de cada año a la primera diana de los Sanfermines. Gregorio, que vive en el centro, reconoce que lo que más le gusta es asomarse al balcón y “ver las peñas, las novillas… y luego a los toros”. Después de dos años sin ese ambiente que tanto disfruta, ha tenido muchas ganas de volver a vivirlo.