Como probablemente sepan, aunque es una de esas noticias que aparece y desaparece en el torrente informativo, desde 2019 en el Congreso de los Diputados se aborda una reformilla de la Constitución española.
Empleo el diminutivo porque la cosa va de un tenue toque de chapa y pintura para abordar cuestiones que, sin ser naderías, tampoco están o parecen estar entre las nucleares del texto del 78.
Con todo, una vez atisbado el pequeño orificio, hay formaciones que pretenden aprovechar el viaje para entrar en cuestiones más de fondo.
Y miren qué sorpresa tan desagradable para la vicelehendakari Idoia Mendia es que, en ese intento de ir más allá, el PNV haya solicitado una enmienda para que se incluya el reconocimiento del derecho a decidir, que contendría la posibilidad de un ejercicio de la soberanía pactado con el Estado.
Sostiene la también consejera de Empleo y Trabajo que se trata de una iniciativa presentada al tun tun que mezcla temas. Nada que objetar a la opinión de Mendia. Es la que históricamente ha defendido. Mucho más llamativo resulta, según nos contaba ayer Carlos C. Borra, que el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, haya mostrado su malestar entreverado de desprecio por la propuesta del Grupo Vasco.
Afirma el líder de la coalición soberanista, antes abertzale y/o independentista, que el derecho a decidir es "lo suficientemente importante como para que no sea la iniciativa unilateral de un partido político en un trámite que todo el mundo sabe cómo va a acabar".
No me digan que no es curiosa la tesis viniendo de quien viene.