El aeropuerto de Mallorca comienza ya a contagiarse del ambiente veraniego, olisquea las vacaciones, que en muchos casos aún asoman lejanas. No en la isla. Los turistas van y vienen, maleta en mano, británicos y alemanes en su mayoría; estos últimos son ya colonia en la zona, asentados desde hace décadas. El Athletic que se presentó en Son Moix fue algo así como un turista perdido, desnortado, que sufría las secuelas del jet lag, como si habría tenido que recorrer un océano de distancia para enfrentarse al Mallorca. Cosa que no fue tal. Lo cierto es que el conjunto rojiblanco no se siente cómodo en la isla, donde colecciona un sinfín de sinsabores. El último, la pasada temporada, cuando el Athletic cayó derrotado una vez más y a la conclusión del mismo Marcelino García Toral dijo irse “decepcionado”. Ayer lunes, al menos los leones rescataron un punto que deberán hacer bueno este jueves, en la visita del Betis a San Mamés. Esperar una declaración similar de Ernesto Valverde, pese a la pobre imagen de sus pupilos, era una utopía.
El Athletic volvió a sufrir de mal de altura. Tenía en su mano colarse entre los seis primeros clasificados de la liga, algo que no logra desde la décimo quinta jornada, curiosamente tras empatar a cero ante el Betis, su próximo rival y el equipo que le precede en la clasificación con dos puntos de ventaja.
Sin alardes, defendiendo más por cantidad y acumulación que por calidad, el equipo bermellón les complicó sobremanera la tarea a los leones. Le faltó mucho juego al equipo de Valverde, incapaz de mover el balón con ritmo y criterio suficiente para superar a la poblada defensa del Mallorca, que se encerró en su propio campo por orden de Javier Aguirre para minimizar errores y buscarle las cosquillas al Athletic bien a balón parado o con alguna rápida transición. De esta última manera llegó el tanto de los locales, en una acción muy mal defendida de manera coral, en la que les faltó intensidad y acierto a los defensores.
En la previa, Valverde hizo referencia a los problemas que iba a tener su equipo en la media punta ante las ausencias de Oihan Sancet e Iker Muniain, quizá porque no esperaba fallar atrás. Eso sí, los problemas en la media punta también fueron notables, si bien Raúl García, el elegido para actuar en dicha posición, tiró de amor propio y mucha fe para buscar el empate, que llegó de milagro. Pero las virtudes del navarro son otras, y más en el ocaso de su carrera. Debieron aparecer otros, como Ander Herrera, al que parece que no le da la gasolina para enlazar tres partidos de titular con buen tono.
Solo el gol de Iñaki Williams, de penalti claro por mano de quien será rojiblanco el próximo curso, Iñigo Ruiz de Galarreta, impidió el desastre en Son Moix. Como caído del cielo, apuntó el delantero tras el choque. Como para no.