Tras dos años de espera por la suspensión de la pasada edición a causa de la crisis sanitaria, Eurovisión arrancó anoche por todo lo alto su 65ª edición en una primera semifinal, la más potente que se recuerda, donde compitieron varias de las grandes favoritas a alzarse con el micrófono de cristal el próximo sábado en el Ahoy Arena de Róterdam (Países Bajos).
Las casas de apuestas siguen apuntando a un duelo entre Francia, con Barbara Pravi y su canción Voilà, e Italia, con la banda Maneskin y su Zitti e buoni, que como países miembros del denominado Big Five tienen el pase asegurado para la final, donde la candidatura española estará representada por Blas Cantó. Su emotiva balada Voy a quedarme, dedicada a su abuela fallecida por el covid, dejará previsiblemente un año más a la delegación de RTVE en la cola de la clasificación producto del desinterés y el deficiente empeño el ente público con el mayor espectáculo audiovisual, con una audiencia mundial de unos 200 millones de espectadores.