A veces, los cambios más importantes llegan sin buscarlos. Eso es precisamente lo que le ha ocurrido a Karen Aguilar, una joven ecuatoriana de 30 años que, cuatro años después de instalarse en Beasain junto a su marido y sus hijos, se ha encontrado al frente de su propia cafetería en Ordizia. El negocio se llama Berezi y, en apenas una semana, ya se ha ganado un lugar en el corazón de las personas que lo visitan.
La hostelería como sostén
En Ecuador, la vida de Karen parecía encaminarse hacia la medicina: cursó los tres primeros años de la carrera hasta que, por motivos personales, decidió dejarla. Aun así, había algo que siempre la acompañaba y en lo que encontró estabilidad: la hostelería. Comenzó a trabajar en el sector con solo 18 años y siguió formándose en él hasta que el camino la llevó hasta Goierri. Al llegar a Beasain, no retomó ese mundo; aunque, más adelante, acabó haciéndolo. Con el tiempo entró a trabajar en una cafetería de Ordizia, donde pasó un año.
Lo que entonces parecía un capítulo más de su vida laboral, acabó sorprendiéndola: el futuro le tenía preparado un regreso al lugar, pero esta vez no como empleada, sino como su propia jefa. Aquella cafetería es hoy Berezi, un proyecto que Karen dirige con dedicación y en el que ha impreso, con esfuerzo y una ilusión inmensa, su sello personal.
La decisión de asumir el local no surgió de inmediato. Karen dejó de trabajar allí en enero de este año, y unos meses después, en agosto, la cafetería cerró sus puertas. Todo parecía seguir su curso hasta que, inesperadamente, le llegó una propuesta a través de su marido. Acudieron a él sabiendo que su mujer había trabajado allí y confiaban en que pudiera hacerse cargo del negocio. Tras meditarlo con calma y contar con el apoyo incondicional de su familia, Karen decidió dar el paso.
Berezi abrió sus puertas el sábado 29 de noviembre. Apenas ha pasado una semana, pero Karen ya valora esta primera etapa de manera muy positiva. “La gente ha respondido genial, nos dicen cosas muy bonitas. Estoy muy agradecida”, comenta. Ha sido una semana intensa, llena de ajustes y de trabajo constante, pero la acogida ha superado sus expectativas, dándole a Karen la energía y motivación necesarias para seguir adelante con su apuesta.
La cafetería Berezi de Karen Aguilar en Ordizia.
Un nombre con propósito
El nombre del local cuenta con su propia historia. Aunque Karen no habla euskera, “cada vez entiendo más y más”, dice entre risas, tenía claro que quería que su cafetería llevara una palabra en este idioma. Le gustaba 'berezia', que significa 'especial', porque eso busca transmitir: un sitio acogedor, donde el cliente se sienta bien. Luego alguien le sugirió 'berezi', más corto pero con el mismo significado. A ella le sonó más dulce, más suyo, y no dudó en adoptarlo.
‘Merengue Unanue’ y más dulces
El local que hoy ocupa la cafetería Berezi fue, en su origen, la Pastelería Unanue, un lugar tradicional y muy querido por todas las y los ordiziarras. “Se nota mucho el cariño que la gente le tiene a Unanue”, comenta Karen. Por ello, ha querido mantener viva parte de esa memoria dulce; ha recuperado uno de los clásicos de la pastelería: la milhoja de merengue, rebautizada como 'Merengue Unanue'. Además, para rendir homenaje a las raíces de la histórica pastelería, ha colocado en la entrada la foto de uno de los fundadores, Antonio Unanue.
La historia dulce de la Pastelería Unanue sigue presente en Berezi y, como dice Karen, le ha inspirado a ofrecer siempre el mejor producto. La bollería se hornea diariamente en el local, los pasteles llegan de la Pastelería Ibáñez Gozona de Tolosa, y el pan de Altsasu; todo cuidadosamente seleccionado. “Quiero que todo esté bien hecho y que sea delicioso”, asegura. Además, cuenta con chocolates y turrones, entre ellos los de Rafa Gorrotxategi. Karen también sueña con traer chocolate de su Ecuador natal, valorado internacionalmente.