La comunicación no verbal, bien a través de las expresiones del rostro, de la postura del cuerpo o de la forma de mover las manos, ofrece mucha información acerca de quiénes somos y de cómo nos sentimos. El lenguaje corporal, sin decir ni una sola palabra, representa entre un 50% y un 70% de la información que transmitimos.
Hablando de expresividad, si bien es cierto que los ojos son el espejo del alma, también lo es el dicho de que una imagen vale más que mil palabras y los labios son un claro ejemplo de ello: prestar atención a sus gestos nos puede aportar mucha más información que un extenso discurso.
La forma de posicionar los labios puede desvelar nuestras intenciones o nuestros sentimientos y, en muchas ocasiones, reflejar lo que no somos capaces de decir con palabras. Dime cuál es la posición de tus labios y te diré cómo te sientes o qué pretendes. Algunos de estos gestos que te delatan son:
1- Sonreír. La sonrisa es el gesto de los labios por excelencia y a través de ella expresamos alegría, simpatía, implicación, aceptación y bienestar. Algunos estudios aseguran que una persona está completamente feliz cuando enseña la dentadura superior casi completa, gesto que muchas veces va acompañado de una carcajada. La sonrisa no se puede controlar y, en la mayoría de los casos, se hace de manera inconsciente y sin esfuerzo.
2- Poner morritos. Sirve para reforzar, junto con el movimiento de la cabeza hacia los lados, un mensaje negativo. Si los cerramos con tensión, es un signo de enfado y de control sobre nosotros mismos para no descargar esa indignación. Si entre medio mostramos los dientes, es que tenemos un cabreo de campeonato.
3- Apretar los labios. Si juntamos los labios y los apretamos ligeramente, acompañados de un movimiento de la cabeza de arriba hacia abajo, reforzaremos un mensaje positivo.
4- Torcer la boca. Gesto con el que expresamos que no estamos muy convencidos de lo que el otro nos está contando o de lo que nosotros estamos diciendo.
5- Mover los labios de derecha a izquierda. Se trata de un gesto característico que hacemos mientras reflexionamos, pensamos y tratamos de tomar una decisión. El primero es el que dura más tiempo y luego lo repetimos varias veces más.
6- Morder el labio inferior. Morderse el labio inferior con suavidad denota que nos sentimos atraídos por la otra persona y, si además lo acompañamos con una leve inclinación de cabeza hacia uno de los lados o hacia abajo, significa que nos sentimos a gusto y encantados con ella. Morder el labio inferior con fuerza, dejando incluso los dientes marcados, refleja inquietud, preocupación, tensión o nerviosismo.
7- Elevar los labios. Gesto por el que se eleva ligeramente la comisura de los labios al contener la risa o al acordarnos de algo gracioso. Refleja optimismo.
8- Torcer la boca hacia abajo. Arquear los labios hacia abajo, lo que popularmente se conoce como hacer pucheritos, refleja tristeza, decepción, disgusto, desaprobación o desconfianza. Es el gesto que presenta una persona baja de ánimo, decaída y preocupada.
9- Entreabrir los labios. Es el gesto de sorpresa, esa microexpresión rápida e involuntaria que refleja asombro por algo totalmente inesperado, imprevisto, novedoso o extraño.
10- Pasar los dedos por los labios. Tocarse los labios con los dedos es un signo de nerviosismo, concentración en el trabajo o ansiedad por terminar alguna tarea.
Sonrisa ¿real o falsa?
Para distinguir entre una sonrisa verdadera y una falsa hay que fijarse en los músculos que se contraen en cada una de ellas. En el caso de la sonrisa de Duchenne, la auténtica, se produce una contracción del músculo cigomático mayor y menor cerca de la boca que eleva la comisura de los labios, así como del músculo orbicular cercano a los ojos, cuya contracción alza las mejillas y produce arrugas alrededor de los ojos. Las sonrisas falsas, sin embargo, se basan en la contracción de los músculos cigomáticos mayores de las mejillas para alargar y curvar la boca, de forma que la sonrisa se hace solo con la boca o con la mitad inferior de la cara más que con los ojos. Esta dura más tiempo que una sonrisa genuina porque es voluntaria.