“Tengo la sensación de que cada vez la gente va más ‘apagada’ por la vida”

Javier Castillo publica su última novela, El susurro del fuego, ambientada en Tenerife y que combina suspense con una gran carga emocional, haciendo que los lectores conecten profundamente con los personajes. Al mismo tiempo, Castillo ha logrado situarse en el Top 1 gracias a su última serie, El cuco de cristal, adaptación de su novela en Netflix.

El libro comienza con muchas noticias malas.

-Es un drama porque el misterio está construido de un modo que…, obviamente, busca hacerte leer con los giros y el suspense. Pero, al mismo tiempo, la novela sienta las bases para que aproveches y disfrutes la vida. Porque, de repente, lo tienes todo y al segundo ya no tienes nada. La novela intenta mostrarte personajes que creían tener su camino hecho y, de pronto, lo pierden todo. 

La primera novela que escribe que transcurre en el Estado.

-Me apetecía mucho; llevaba tiempo pensando en ambientar una novela aquí porque quería escribir algo distinto a todo lo anterior. Tenía una idea rondándome desde hacía tiempo: ese fuego interior que todos tenemos y que, poco a poco, la vida va apagando. No sé por qué, pero tengo la sensación de que cada vez la gente va más “apagada” por la vida. Y quería escribir una novela sobre eso. A raíz de un viaje que hice a Tenerife con mi familia, todo encajó muy fácilmente. Te das cuenta de que las islas son un fuego interior en sí mismas: allí la vida va a otro ritmo, la gente disfruta más, se siente más conectada con todo. Y estando allí de vacaciones surgió lo que luego se convierte en el comienzo de la novela. 

Ha hecho un guiño a su familia, quienes encuentran el cadáver.

- Exacto, sí. Me gusta mucho hacer este tipo de guiños en los libros. Obviamente yo no aparezco en todas mis novelas, pero siempre hay algo de mí, de mis recuerdos. Hay un momento que me parecía divertido: colarme ahí con mi familia, en una escena que, en apariencia, no tiene importancia… , pero sí la tiene. 

A pesar de ser un thriller hay muchos momentos en los que te cuesta contener las lágrimas. 

-Yo siempre intento que mis novelas tengan muchísimo ritmo, que pasen cosas interesantes, que sorprendan y que la historia se vuelva oscura cuando tiene que volverse oscura. Pero en esta quería que fuese la más emocional de todas; que con cada personaje estuvieras sintiendo, que te dejara la emoción a flor de piel. Esa mezcla de emoción y thriller es difícil. Tengo libros que son puro thriller y la parte emocional queda más en segundo plano, pero este es mucho más sentimental, más trascendental. Quizá porque está ambientada aquí y noto esa calidez y esa emotividad nuestra. 

Los inicios de los capítulos se quedan marcados, por ejemplo hablando del amor. ¿Qué significa para usted?

-Para mí, el amor es la renuncia absoluta a uno mismo. Se trata de entregarte, de sacrificarte, de dar algo de ti sin saber cómo la otra persona lo va a cuidar. El amor verdadero se da desinteresadamente. La versión más pura de amor que existe es la de los padres hacia los hijos. Ahí se ve claramente: padres que renuncian a todo, que se sacrifican, que ponen la vida de sus hijos por delante de la suya. Ese es el tipo de amor real. Luego hay variaciones. El amor romántico tiene otra dinámica: das mucho, y el no recibir puede destrozarte…, pero aun así das. 

Es un libro muy visual. ¿Es “defecto profesional” después de participar en Netflix?

-Tenía en la cabeza la imagen muy clara. No sé si es por haber hecho series de mis libros y pensar que los voy a escribir ya de forma visual para luego adaptarlos…, pero más o menos todos mis libros tienen ese punto visual. Son historias que te puedes imaginar fácilmente. La diferencia es que en este quizá hay más detalle. Cuando estaba escribiendo, añadía más descripción porque podía ir allí y verlo. Normalmente escribo historias ambientadas en Estados Unidos, y además elijo un pueblecito del interior de Misuri que cada lector se imagina a su manera. Pero aquí no: es un lugar tan cercano, y todo lo que aparece existe. Me apetecía escribirlo de manera distinta: detallarlo un poco más para que los lugares también fueran parte de la historia.

¿Se plantea cambiar de género?

- No. A ver, en realidad lo de los géneros me hace mucha gracia. Da la casualidad de que en todas las que escribo hay misterio, pero si en algún momento la historia que quiero contar no necesita un crimen o un enigma, pues no lo tendrá. Lo importante para mí no es el género, sino la historia. Yo escribo lo que quiero contar. 

Le ocurrió con La chica de la nieve y ahora vuelve a pasar con El cuco de cristal. ¿Cómo se siente ver que sus historias tiene este éxito?

-Es una locura. Ahora mismo está en el Top 5 del mundo. Y, de verdad, no lo piensas mientras escribes. Uno crea la mejor historia posible, pensando en los lectores, y de repente coincide que les fascina. La gente empieza a recomendarlo, llega Netflix y dice: “Vamos a hacer una serie”. Y quienes la ven dicen: “¡Wow, qué locura es esta!”. De repente explota. Es increíble ver la magia de crear algo en mi despachito en Málaga y que, de repente, lo esté viendo un coreano comiendo noodles en su casa. Es muy fuerte.

Además, aparece una actriz vasca, Itziar Ituño. ¿Cómo ha sido trabajar con ella?

- ¡Brutal! Es alucinante. Tiene un talento descomunal y lo domina todo: todos los registros, todas las emociones. Es buenísima persona y tiene una fuerza increíble en cada escena. Cuando llora, te lo crees; cuando se enamora, te lo crees; cuando habla, te lo crees. Y he tenido la suerte de conocerla en persona y es encantadora, 

¿Veremos esta novela en Netflix?

-Ojalá. Esa es la típica pregunta que siempre me mete en problemas. Pero no, todavía es muy pronto. Acabamos de sacar El Cuco de Cristal. Después empezaremos a trabajar en la adaptación de Susurro en Fuegos. Ojalá también con Netflix. Para mí ya es como mi casa.

El día que se perdió la cordura es la única sin adaptación

-Esa es la gran pregunta. El día que se perdió la cordura se vendió hace años a una productora. Y desde entonces se ha quedado en una especie de limbo: avanza, retrocede, vuelve a avanzar…, y así continuamente. Ojalá algún día pueda hacerse. Además, esa es una adaptación en la que sí me gustaría implicarme al 100%, para asegurarme de que se hace como creo que merece la historia. A ver si pronto puedo contar algo más.

¿Se siente satisfecho al trasladar su historia de la novela a una serie?

-Sí, bueno, es muy complicado. Celebro cada adaptación que funciona y, cuando no tanto, también lo tomo como algo mío, porque al final son mis historias. Tengo la suerte de haber formado un equipo muy bueno de guionistas y directores, todo el equipo. Hemos montado un sistema que sabemos cómo funciona y trabajamos lo mejor posible para que llegue lo mejor posible. Incluso los cambios de trama tienen un motivo. No se hacen para fastidiar a quien adoró el libro; se hacen porque en una serie hay cosas que se repiten o que no funcionan visualmente. 

¿Se plantea escribir algo que solo sea una serie?

-Me lo he planteado muchas veces. Tengo una historia que me gusta mucho y que quizá solo serviría como guion. No es algo que haya empezado todavía, pero me gustaría hacerlo. También me encantaría escribir yo mismo el guion de alguna de mis novelas.

El thriller se ha consolidado y aquí tenemos nuestro propio euskal noir. ¿Cómo lo ve actualmente?

 -Me he planteado escribir alguna novela ambientada en el norte, pero la verdad es que ya está bastante cubierto. Aun así, es un género que ha subido mucho últimamente, aunque creo que siempre ha estado de moda. Lleva más de cien años vigente, aunque con olas: de vez en cuando, surge un boom. Pero, en general, el thriller está de moda desde Agatha Christie, Poe o Wilkie Collins, casi desde 1850.

Además de escritor, todo el mundo le ha conocido también como influencer. 

-Sí, y con Vero también es una mezcla súper bonita, porque al final nos complementamos muy bien. Ella, desde el mundo influencer, me da mucha visibilidad. Yo creo que soy de los escritores cuya cara conoce más gente: vas por la calle y te saludan. Mucha gente conoce la cara de otros escritores, pero en mi caso también saben quién soy y eso es bonito. Al mismo tiempo, hemos tenido la suerte de que nuestro “boom” llegó casi simultáneamente, y nos hemos apoyado mutuamente.