Hay dos extremos muy habituales: quienes se lavan la cabeza todos los días pase lo que pase, y quienes estiran tanto los lavados que el cuero cabelludo acaba saturado. La realidad es simple: no existe una frecuencia universal, porque depende de tu tipo de cuero cabelludo, de cómo sea tu pelo, de si sudas mucho, de si usas productos de peinado o de si tienes tendencia a caspa o dermatitis. La clave no es seguir una regla fija, sino lavarlo cuando toca.
Más no siempre es mejor
El primer fallo es pensar que cuanto más te lavas, más sano está el pelo. Si te lavas cada día con champús fuertes o con agua muy caliente, puedes cargarte la barrera natural del cuero cabelludo, que es la que mantiene el equilibrio entre grasa e hidratación. Cuando esa barrera se altera, aparecen cosas típicas: picor, tirantez, sensación de sequedad y el pelo más áspero o encrespado. Y en personas con tendencia grasa pasa otra cosa muy común: el cuero cabelludo reacciona produciendo más sebo y sientes que se engrasa todavía más rápido.
Esto suele pasar sobre todo en pelo fino o en gente que usa champús “ultralimpiadores” a diario. Eso sí, si tienes cuero cabelludo graso de verdad o pelo muy liso que se ensucia enseguida, lavarte a diario puede ser perfectamente normal si te sienta bien. El problema no es la frecuencia en sí.
El champú ideal para fortalecer el cabello y ganar volumen
El otro extremo es aguantar días y días porque “así el pelo se acostumbra”. Ese mito de entrenar el cabello no funciona como la gente cree. Si tu cuero cabelludo produce grasa, no va a dejar de hacerlo porque tú aguantes sin champú. Lo que suele ocurrir es acumulación de sebo, sudor y residuos de productos, que puede acabar en caspa, mal olor, granitos en la raíz o brotes de dermatitis seborreica si tienes predisposición.
El punto medio
El punto medio cambia según la persona, pero hay pistas. Si tienes pelo liso o fino y la raíz se engrasa rápido, lo normal es lavarte cada uno o dos días. Si tu pelo es grueso, seco o rizado, puedes espaciar más porque la grasa tarda más en repartirse, y no pasa nada si el cuero cabelludo está cómodo.
Si al llegar al lavado tienes la raíz grasa, picor o caspa, te estás quedando corto. Si después de lavarte notas tirantez o irritación en el pelo como paja, o te estás pasando de lavado o el champú no te está ayudando.
No solo importa cada cuánto, también cómo. Mucha gente se frota el pelo con fuerza. Eso irrita el cuero cabelludo. El champú debe ir sobre todo en la raíz, masajeando con las yemas y sin rascar con las uñas. Las puntas no necesitan una limpieza agresiva: con la espuma que baja suele ser suficiente, y así evitas resecar la fibra.
Señales de alerta
Si te adaptas a la frecuencia y técnica correcta pero sigues con caspa, rojeces, dolor, costras o caída de pelo, ahí ya no es solo cuestión de hábitos. Puede haber dermatitis, psoriasis, alergia a productos o un problema que necesite un champú específico o una pauta médica.