Actualizado hace 6 minutos
Las baterías de litio están en todas partes: desde móviles, ordenadores portátiles, aspiradores autónomos, patinetes, vehículos eléctricos hasta sistemas industriales de almacenamiento energético. Su capacidad para transformar tecnologías y usos cotidianos es indiscutible. Sin embargo, su uso conlleva riesgos que no siempre se perciben a simple vista.
Ese riesgo invisible se materializó hace unas semanas en una cafetería de Bilbao. Carla estaba tomando café con una amiga cuando algo llamó su atención. Del bolsillo de su chaqueta salía humo. Al abrirlo, pudo ver su móvil ardiendo. Llamó a los bomberos y recibió una indicación directa: cubrir el teléfono con algún material ignífugo para sofocar el fuego. Unas semanas antes había cambiado la batería de su teléfono en un establecimiento no homologado. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales.
El de Carla no es un caso aislado. En los últimos años, los incidentes con dispositivos que utilizan baterías de iones de litio se han vuelto cada vez más frecuentes. En octubre de 2024, un teléfono móvil que se cargaba sobre un sofá provocó un incendio en Guillena (Sevilla) que terminó con la vida de cuatro miembros de una misma familia. En Francia, la batería de un patinete eléctrico causó en junio de este año otro incendio que dejó cuatro víctimas mortales. Y a mediados de octubre, en Carabanchel (Madrid), un patinete eléctrico originó un fuego en una vivienda. La humareda obligó a desalojar el edificio y provocó 17 heridos, tres de ellos tuvieron que ser trasladados al hospital.
Los móviles siguen siendo el dispositivo más presente en nuestra vida diaria, pero en los últimos años los patinetes eléctricos han ido ganando protagonismo. Su uso masivo ha crecido tan rápido como la preocupación por los riesgos que plantean sus baterías, especialmente en espacios cerrados. Esa inquietud ha llevado a numerosas localidades de Estado —como Bilbao o Donosti— a prohibir su acceso al transporte público. Una batería inestable en un metro, un autobús o un tranvía puede convertir un trayecto rutinario en un incidente grave, y esa es hoy la frontera que marca las nuevas reglas de movilidad.
Un hombre carga su patinete eléctrico en un aparcamiento especial.
¿Qué son las baterías de iones litio y cómo funcionan?
Las baterías baterías de iones de litio son baterías recargables que utilizan compuestos de litio como uno de los electrodos. Su funcionamiento se basa en el movimiento de estos iones entre dos polos: el ánodo, de carga negativa, y el cátodo, de carga positiva, a través del electrolito. Cuando la batería se descarga, los iones de litio se desplazan del ánodo al cátodo y, en ese recorrido, liberan electrones que circulan por el circuito externo y generan la corriente eléctrica que alimenta el dispositivo. En el proceso de carga sucede lo contrario: un cargador externo fuerza a los iones a regresar del cátodo al ánodo, donde vuelven a quedar almacenados en forma de energía química.
Dentro de estas baterías existen distintos tipos, pero las dos más utilizadas en la actualidad son las NMC, formadas por níquel, manganeso y cobalto, y las LFP, compuestas por litio, hierro y fosfato. Las primeras destacan por su elevada densidad energética, ya que concentran mucha energía en poco espacio y con poco peso, una ventaja clave para su uso en móviles, ordenadores, coches eléctricos o patinetes. Esa misma concentración de energía, sin embargo, exige un equilibrio interno extremadamente preciso. Las baterías LFP, por su parte, ofrecen una menor densidad energética, pero presentan una mayor estabilidad y seguridad térmica.
“ Usar baterías no homologadas puede provocar sobrecargas, cortocircuitos y riesgos de incendio ”
Unai Iraola - Investigador de Mondragon Unibertsitatea
¿Por qué se incendian estas baterías?
Uno de los riesgos más críticos de las baterías de litio es la fuga o escape térmico, un fenómeno que puede desencadenar incendios de gran magnitud si no se controla adecuadamente. Ocurre cuando una celda de batería falla —debido a sobrecalentamiento, sobrecarga, cortocircuito o daños físicos— y empieza a liberar calor sin control. Este calor puede transmitirse a las celdas cercanas, provocando un efecto dominó que pone en riesgo toda la batería. “Una vez que una batería entra en escape térmico, por mucho que la desconectes o hagas lo que quieras con ella, va a coger fuego porque es una reacción química en cadena que no se puede parar”, explica Unai Iraola, coordinador del Grupo de Investigación de Sistemas de Almacenamiento de Energía de Mondragon Unibertsitatea.
Las consecuencias de dicho calentamiento pueden ser graves: liberación de gases nocivos, incendios difíciles de controlar, explosiones y daños en la estructura que las alberga.
La carga rápida, aunque resulte cómoda, contribuye a ese riesgo. Algunas baterías, como las LFP, admiten una carga más veloz, pero en todas se activan mecanismos de envejecimiento que aceleran su degradación y pueden incluso generar cortocircuitos internos. “El problema no es tanto el cargador, porque se pueden hacer cargadores cada vez más potentes. El problema es que la tecnología de iones de litio actual no permite cargas cada vez más rápidas con una seguridad total”, admite Iraola. Por eso, gran parte de la investigación actual se centra en la gestión térmica, con sistemas que evacúan el calor rápidamente mediante circuitos de agua o refrigeración por inmersión.
¿Cómo se debe cargar el móvil?
Para prolongar la vida de la batería, no es conveniente mantenerla al máximo de energía ni descargarla por completo. “Una batería envejece más rápido si se carga entre el 100% y el 0% que si se hace entre el 20% y el 80%”, indica este experto en almacenamiento de energía. La tensión extrema acelera su desgaste. “La batería sufre mucho si está muy cargada porque es cuando más tensión hay en los materiales internos”, añade, y explica que, por ello, muchos fabricantes dejan un margen al mostrar que la batería está cargada al 100%, protegiendo así su vida útil sin que el usuario lo perciba.
¿Es conveniente dejar un dispositivo electrónico cargando toda la noche? Según Iraola, no existe ningún problema en este sentido ya que los sistemas actuales lo regulan automáticamente. “Cuando se alcanza la tensión máxima, el propio sistema reduce la corriente casi a cero” explica.
Un coche eléctrico enchufado a un dispositivo de carga.
Cambio de batería
Cuando la batería comienza a dar problemas es aconsejable sustituirla por otra. Instalar una batería no homologada puede inutilizar los sistemas de protección internos. Muchas carecen de BMS, el cerebro electrónico que regula la temperatura y la tensión. A ello se suma la falsificación: celdas que imitan a las originales en su aspecto externo pero que están muy por debajo de los estándares de seguridad.
Iraola recomienda acudir a centros especializados: “Hay mucha gente que cambia baterías en cualquier tienda sin saber realmente qué modelo le están poniendo ni si es compatible con la electrónica de protección y el cargador”. Y advierte: “Usar baterías no homologadas puede provocar sobrecargas, cortocircuitos internos y riesgos reales de incendio, así que hay que andar con bastante cuidado con esto”.
Patinetes y vehículos eléctricos
Sobre los patinetes eléctricos, Unai Iraola asegura que “no son peligrosos; el problema surge al comprar modelos de bajo coste con celdas de batería de dudosa procedencia”. En el caso de los vehículos eléctricos, el coordinador del Grupo de Investigación de Sistemas de Almacenamiento de Energía de Mondragon Unibertsitatea añade que, a pesar de la percepción social, “el riesgo de incendio no es mayor que en los de combustión”. En este sentido, aconseja no tener prisa para cargar la batería. “Lo ideal es cargar el coche en casa. Los viajes largos son pocos al año y hoy en día en 20 o 30 minutos puedes cargar gran parte de la batería, que es algo bastante asumible”.
“ En la industria el control de las baterías es mayor, lo que garantiza un uso más seguro y fiable ”
Joseba Villate - CEO de Alterity
Consejos prácticos
- No sobrecargues la batería. No cargues la batería al 100% ni la dejes descargar hasta 0%. Un rango de carga entre el 20% y el 80% es ideal para minimizar su estrés.
- Evita las cargas nocturnas. Cargar los dispositivos toda la noche no es recomendable para la batería a largo plazo. La práctica constante puede acortar la vida útil de la batería debido al calor y al estrés que provoca.
- Usa cargadores certificados. Utiliza siempre cargadores originales o de marcas de confianza que cumplan con las certificaciones adecuadas para evitar daños.
- Elude centros no autorizados. Opta por el servicio técnico oficial de la marca o un servicio de reparación de confianza.
- Protege el dispositivo de los golpes. Evita los golpes fuertes, ya que pueden desajustar las celdas de la batería.
- Controla la temperatura. No expongas los dispositivos a la luz solar directa ni los dejes en lugares calurosos como el interior de un coche. Guárdalos en lugares secos y frescos.
- Desactiva funciones innecesarias. En el caso de los móviles, portátiles o tablets, reduce el brillo de la pantalla, desactiva el Bluetooth, el GPS o las actualizaciones en segundo plano cuando no los necesites para prolongar la vida útil de la batería.
- Considera la carga rápida. La carga rápida genera más calor. Si dejas el teléfono cargando toda la noche, desactiva esta función para que la carga sea más lenta y menos estresante para la batería.
Baterías industriales
En el ámbito de la industria, la seguridad de las baterías es una prioridad que va mucho más allá de la de los dispositivos de uso cotidiano. “El control es mayor, lo que garantiza un uso más seguro y fiable. Además, las baterías tienen un manual en el que se especifican aspectos importantes sobre su uso”, señala Joseba Villate, CEO de Alterity, una empresa con sede en Bizkaia, que fabrica baterías de litio. “Trabajamos con el modelo LFP. Estas baterías son más seguras; si ocurre algo no se sobrecalientan”, explica Villate.
El diseño de las mismas se hace atendiendo a las necesidades del cliente. “Te piden una batería que funcione 24-7 y que tenga un tiempo de carga mínimo, entonces tienes que pensar cómo diseñar esa batería para que dure el máximo tiempo posible y sea segura”.
La innovación en este campo es constante, y no se limita únicamente a la tecnología, sino que también se busca adaptarse al entorno tal y como especifica Villate. Cada aplicación industrial —desde robots y vehículos, hasta fundiciones o sistemas de refrigeración— plantea exigencias específicas. “Hay que controlar la temperatura, proteger frente a condiciones extremas y realizar un seguimiento individual de cada celda”, precisa. Según Villate, “la seguridad, la fiabilidad y la eficiencia dependen de un diseño integral que proteja la batería durante toda su vida útil”.
Por eso, en el departamento de ingeniería de Alternity, cada proyecto es un nuevo reto. “Nuestra prioridad es que la batería funcione de forma segura y eficiente”, afirma Villate. “Anticipamos fallos, respondemos a las condiciones más exigentes y utilizamos electrónica avanzada, sensores y sistemas de control que marcan la diferencia en la industria”.
Una chica utiliza su teléfono móvil para alquilar un patinete eléctrico.
Alternativas a las baterías de litio
Los incidentes ocurridos en los últimos años y la necesidad de un almacenamiento eficiente de energía, está fomentando la exploración de tecnologías que puedan sustituir o mejorar el litio en determinadas aplicaciones.
Las baterías de sodio-ion están emergiendo como una alternativa prometedora a las baterías de iones de litio, especialmente en aplicaciones donde el coste y la sostenibilidad son factores clave. El sodio es un elemento más abundante y económico que el litio, lo que no solo reduce los costes de producción, sino que también disminuye el impacto ambiental de la extracción y procesamiento de materias primas. El problema, tal y como explica Unai Iraola, es que “a día de hoy no tiene las mismas prestaciones que el litio para aplicaciones que requieren mucha energía en poco espacio”.
Por otro lado, están las baterías de estado sólido. La diferencia esencial se encuentra en el electrolito, el componente que facilita el movimiento de los iones entre el ánodo y el cátodo. En las baterías de iones de litio, este electrolito es un líquido inflamable, mientras que en las de estado sólido se reemplaza por un material sólido, como cerámica o vidrio. Este cambio incrementa la seguridad, al eliminar el riesgo de fugas y posibles incendios.