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Ramón García ya forma parte de la vida de millones de personas por los años que lleva en el mundo de la televisión (y también en la radio). El comunicador bilbaíno, de 64 años, continúa asomándose a diario a las pantallas en el programa En compañía en la televisión autonómica de Castilla-La Mancha y los veranos lo hace también en el renacido Grand Prix, además de ser un habitual en las campanadas de fin de año, en las que es el presentador con más presencia, siempre con su clásica capa.
Aun así, su dimensión personal ha estado bastante alejada de los focos. Tras media vida compartida con Patricia Cerezo, con quien se casó en 1997 y con quien tuvo dos hijas (Natalia y Verónica), se divorciaron en el año 2021. Pero su vida pudo haber sido muy distinta, según explicó hace unos días en su programa vespertino del canal castellano-manchego.
"Pareces un sacerdote"
El presentador estaba conversando con una invitada que buscaba un pretendiente y acabaron hablando del pelo, reconociendo Ramontxu que ya tenía la cabeza bastante despejada, sobre todo por la parte trasera. “Pareces un sacerdote”, le soltó la mujer, provocando las risas del público, lo que llevaba al vizcaíno a tratar de imitar a un cura: “Queridos hermanos, bienvenidos a En Compañía. Ayúdame, señor, a apañar a todas estas ovejas descarriadas. Sin tu ayuda sería imposible. Tú y todos los santos. Amén”, decía.
Y entonces revelaba algo sorprendente. “Yo quise ir para cura de joven, ¿no os he contado esto nunca?”, anunciaba, para explicar cómo perdió la vocación. “Íbamos en Semana Santa a ver a mis abuelos maternos, que solían estar por Almería. Y mi madre me paró en Burgos en un monasterio. ‘Te vamos a dejar aquí, en el patio, y luego ya venimos a buscarte”, le decía su madre.
Huyendo del convento
No le gustó nada esa experiencia religiosa a aquel niño. “Y ese Ramón de 9 añitos que se iba encogiendo. Esos señores iban llegando donde mí y yo me iba yendo. Y ellos me seguían. Y no podía escaparme por ningún sitio. Y llegaron mis padres. ‘¿Qué tal, hijo?’. Y yo: ‘¡Vamos para Almería ya!’. Y me monté en aquel 1.500, yo creo que no paré ni a hacer pis desde Burgos a Almería. Y ahí se acabó la vocación”, terminaba entre risas el veterano presentador, desvelando un episodio de su vida desconocido para muchos y que sucedió hace más de medio siglo.