Último día del año, 31 de diciembre de 2025, le damos carpetazo a un año plagado de noticias, un año de recaudación récord en las haciendas vascas de buena marcha del empleo, pero también el año de los Koldos, Ábalos y Cerdán. De la corrupción que sigue campando a sus anchas y el año en el que la crispación que ya se ha instaurado en muchas capas de la sociedad sigue ganando enteros. El año en el que no se ha conseguido completar el Estatuto de Gernika en el que nos vamos a tomar las uvas con la certeza de que más pronto que tarde vamos a estar llamados a las urnas. El año de la consagración de los populismos y el auge de los extremismos.
2025 nos ha vuelto a demostrar, no es ninguna sorpresa, que el ser humano es capaz de lo peor y de lo mejor. Que se lo digan a los chavales de la Comisión de Fiestas de Villamanín, ese pueblo de León que ha recibido una lluvia de millones del gordo de la lotería de Navidad, pero que ha dejado claro que la miseria humana no conoce límites imbuyéndose del espíritu de esos anuncios de la lotería de Navidad, a los que luego tanto nos gusta aludir. Estos chavales se apuntaron a repartir participaciones, pero vendieron de más. Un error, un error humano que muchos no están dispuestos a perdonar. Fíjense de qué manera más sencilla han propuesto resolverlo: Reducir en torno a un 10% el premio de cada participación, es decir, en lugar de 80.000€, llevarse en torno a 75.000€. De forma que con esa quita y con la renuncia de la Comisión de Fiestas a sus propios premios se pudiera reunir suficiente dinero para que todos todos los que compraron participaciones cobren algo en vez de nada. Bueno, pues no todos están de acuerdo. Viva el espíritu navideño.
Hoy no queremos hacer un listado buenista de propósitos para 2026. Ya todos tenemos catadura moral para saber cómo queremos comportarnos y qué esperar del nuevo año sin tener que esperar la visita de tres fantasmas el año que viene que saquen a relucir nuestras desgracias. Que 2026 nos traiga sosiego y que nos ayude a encontrar los momentos y las herramientas para ser equilibradamente felices. Por un 2026, en lo más cercano, a lo que a nosotros nos atañe, de buenas noticias o, al menos, que podamos acompañarles cuando lo que haya que contar no sea tan bueno.