Bizkaia

"No concibo un día sin música, me acompaña siempre"

El talento del joven Jakes Txapartegi, pianista invidente que aprendió a tocar de forma sensorial sin partituras, recala hoy en Bidebarrieta
Jakes Txapartegi, junto a Iñaki Salvador y Esther Barandiaran
Jakes Txapartegi, junto a Iñaki Salvador y Esther Barandiaran / A. P.

Actualizado hace 6 minutos

Lo lleva en los genes. Y es que buena culpa de su maestría recae en aquella carrera de piano y destreza que atesoraba su bisabuelo. Más concretamente en un teclado electrónico que había en esa casa y que los aitas de Jakes Txapartegi (Hondarribia, 2009) decidieron traerse a la suya.

Este adolescente guipuzcoano, que se coronó en el Concurso de Jóvenes Músicos de Euskadi (Musikari Gazteen Lehiaketa) en 2024 tras haber rozado el triunfo un año antes, cierra esta tarde (19.00 horas) el curso del espacio Bidebarrieta Kulturgunea del Ayuntamiento de Bilbao con el concierto titulado Alrededor del piano: lo que nos une.

Su condición de invidente ha forjado su carácter vital y resiliente –coinciden en su entorno– y aparecerá hoy en escena junto al prestigioso pianista Iñaki Salvador además de con su profesora, Esther Barandiaran, quien, en el marco de la Musika Eskola de su localidad natal, se erige en pieza vital, en tanto que es la ideóloga de una técnica sensorial con la que el joven aprende y toca sin partitura, y donde priman el lenguaje corporal y la digitación.

“Cuando me regalaron aquel piano electrónico lo recorría de un lado a otro tocando nota tras nota, e intentaba sacar canciones que escuchaba” –como aquella de Pirritx y Porrotx, Maite Zaitut–, rememora Jakes, quien con 7 años empezó a recibir clases con su primera profesora, Marta, y luego con Barandiaran. “Esther dice que al inicio fue para ella como un susto, que no sabía que hacer. Pero empezó a indagar y decidió que para aprender las obras iba a mandarme audios.

Como otros profesores, ella siempre ha utilizado un espejo para poder ver la colocación de las manos”, y así practicar el movimiento, “pero conmigo usó una naranja para que viera lo redonda que es, y así poner la mano redonda y no plana”. “Con la digitación te dice con qué dedos tocar cada nota para ir escuchando y memorizando”, añade.

El empleo de las partituras en sistema braille implica mayor complejidad porque cada símbolo tiene seis puntos y cada letra una combinación. De hecho, en el lenguaje musical hay muchísimos símbolos y las combinaciones son variopintas. “Poder se puede estudiar. Hace tres años conocí a dos amigos míos de Madrid que estaban aprendiendo música en braille –en un campamento organizado por la ONCE–”, pero en Euskadi no tenía garantizado aprender mediante ese método.

En definitiva, “que lo hice directamente, de manera sensorial, y ahora estoy más acostumbrado. Además, Esther me enseñó que había un pianista japonés muy reconocido, Nobuyuki Tsujii –más conocido como Nobu–, que lo hace también así”, por lo que eso le transmitió mayor confianza y se convirtió en uno de sus referentes. “Él también es ciego y aprende a través del audio: Nobu también dijo que era muy complejo, y eso me tranquilizó mucho”, recalca Jakes.

Su éxito en el concurso de jóvenes talentos, donde interpretó tres obras clásicas –de Bach, Skriabin y Mendelssohn (la de este último, la que más le gustaba)–, sirvió “para poner en el mapa una pequeña escuela de pueblo como la de Hondarribia”. “En su momento hubo dudas de si ir o no al conservatorio, pero pensamos que igual no era la mejor idea hacerlo con profesores de conservatorio y que en la Musika Eskola podíamos llegar a alcanzar lo mismo. Es más, a esos concursos como el que gané va mucha gente de conservatorios”, comenta Jakes, que anteriormente ya había entrado en liza, sumando premios, en el concurso de Andoain.

De ‘Nobu’ a Rachmaninoff

Salvador contactó con el joven músico y pudo conocer de primera mano el trabajo que Esther y Jakes vienen realizando, y desde entonces comparten experiencias como la de hoy en Bilbao. Aunque también le gusta el reguetón, el rock o el jazz... lo suyo es la música clásica pese a que con Iñaki ha realizado clases de improvisación haciendo incursiones en otros géneros.

En el horizonte divisa un sueño que siente harto difícil, interpretar un concierto del ruso Rachmaninoff, uno de los últimos grandes compositores posrománticos europeos, pero “para el que habría que ser un profesional porque es muy complicado”. De momento, lo que no imagina es “un día sin música”. “De pequeño todos los juguetes que tenía hacían ruido para estimular el oído y el tacto. No concibo un día sin música, me acompaña siempre”, destaca Jakes, que alberga más pasiones. Una de las pendientes, realizar estudios de periodismo.

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“Al principio era porque me gusta el periodismo deportivo, aunque ahora también me importan otros temas”, dice. No en vano, es un gran aficionado al deporte. En balonmano, hincha del Bidasoa de Irun; y en fútbol, de la Real Sociedad. El cariz multidisplinar de Jakes no se detiene ahí, y es que también monta a caballo. Es más, “lo hice hace cuatro años en un tramo del Camino de Santiago”, entre otros junto a su hermano Jon y su aitona Josin, presidente de la asociación Xacobea de Irun. Así pasó a ser la primera persona ciega en llegar a la plaza del Obradoiro a caballo. Una actividad que suele desarrollar cotidianamente en un caserío de Lesaka.

Con guión y dirección escénica a cargo de Ana Pimenta y del propio Salvador, la sala de Bidebarrieta se entregará hoy a una tarde de mucho talento y conexión emocional entre los protagonistas del evento y el público. “Esther e Iñaki son una maravilla”, elogia Jakes, para quien el piano es “como tener compañía porque nunca te sientes solo”.

2025-12-19T08:28:52+01:00
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