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Los consorcios vascos aceleran el paso para proteger el arraigo empresarial

Las recientes operaciones por Talgo, Ibermática o Arteche consolidan la colaboración público-privada
Fábrica de Talgo en el polígono alavés de Rivabellosa.
Fábrica de Talgo en el polígono alavés de Rivabellosa. / EP

Uno de los aspectos negativos que los economistas reconocen como uno de los que más penalizan la evolución de una economía es de las dudas. Eso se aprecia especialmente en los mercados bursátiles, donde los inversores suelen huir de empresas que no tengan clara su hoja de ruta. Por eso, la anticipación se suele interpretar como un movimiento positivo. En este sentido, la colaboración público-privada se posiciona como uno de los mecanismos que puede sustentar la seguridad financiera a corto y medio plazo. A través de esa vía, y con esfuerzos redoblados en las últimas semanas, el Gobierno vasco, en unión con agentes inversores y las propias empresas implicadas, ha dado pasos para encarrilar operaciones que, por su vinculación a determinados sectores, son consideradas como estratégicas. Ahí están las recientes operaciones de Talgo, Ibermática y Arteche, desarrolladas con el objetivo de anclar la actividad y el empleo de estas firmas en Euskadi, y que trabajan en campos tan sensibles para la economía del futuro como la movilidad sostenible, la digitalización y las redes eléctricas.

Sin duda, la operación que más atención ha captado en el último año es la del consorcio vasco y Talgo. El próximo viernes 12 de diciembre se celebra la junta de accionistas que debe oficializar, diez meses después del preacuerdo inicial, la entrada del consorcio que integran Sidenor, el fondo Finkatuz, perteneciente al Ejecutivo, y las fundaciones BBK y Vital, que se van a hacer con el 29,7% de las acciones del constructor ferroviario. El ferrocarril se apresta a convertirse en un agente de transformación económica y social en los próximos años en Europa. La voluntad es reducir los tráficos de mercancías por carretera para estimular, en cambio, su salida y llegada a través del ferrocarril con el fin de descarbonizar la actividad del transporte. Además de su potencial, la entrada del consorcio vasco tiene como otra de las aristas fundamentales la consolidación del empleo en la fábrica alavesa de Rivabellosa, una de las dos factorías -la otra está en la localidad madrileña de Las Rozas- de Talgo y en la que desarrollan su labor alrededor de 700 personas, un empleo directo al que hay que añadir otros 5.000 puestos indirectos en la industria auxiliar de Araba. Sidenor, a través de Clerbil, el Gobierno vasco mediante el fondo Finkatuz y la fundación BBK adquirirán cada uno el 8,5% del capital por 45 millones de euros cada uno, mientras que la fundación Vital se hará con el 4,2% por 22,4 millones. No obstante, son muchas las dificultades que ha debido sortear el grupo vasco para llegar hasta este punto.

Por un lado, Renfe está ejecutando la sanción de 116 millones de euros que impuso a Talgo por retrasos en las entregas de sus trenes Avril. Además, el problema de la deuda de Talgo se ha hecho en los últimos meses cada vez más manifiesto. Después de que el lehendakari Imanol Pradales pidiera en una reunión en julio al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que desbloquease la venta de Talgo, -considerada también estratégica por el Estado-, la solución financiera llegó de la mano de la SEPI, que inyectará 75 millones de euros, la misma cantidad que aportará la parte vasca. La contribución se dividirá en 45 millones mediante renta variable y entre 30 y 35 millones a través de la sociedad vasca público-privada de inversión Ekarpen. Esa cantidad permitirá a Talgo hacer frente a la multa, al tiempo que las nuevas condiciones con los acreedores permitirán refinanciar la deuda. De hecho, en la junta de accionistas también está previsto dar luz verde a un contrato de financiación sindicado por 770 millones. Esta operación incluye un tramo de 650 millones con garantía parcial de Cesce (Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación), una empresa de gestión de riesgo comercial, además de una línea de avales por 500 millones de euros también con garantía parcial de Cesce.

En todo caso, y pese a las barreras imprevistas, la intervención en Talgo, sobre todo a través de Finkatuz, parece haber marcado la fórmula de actuación. Creado en 2021, este fondo de carácter público busca invertir en empresas estratégicas de Euskadi con el fin de que su actividad productiva, su empleo e -igual de importante- su centro de decisión no se marche de Euskadi. De hecho, los presupuestos vascos para el año que viene contemplan una dotación para Finkatuz de 350 millones de euros. De esta forma, el patrimonio total de este vehículo inversor va a rebasar los 650 millones de euros. Además, en las cuentas de 2026 se activará también otro fondo de nueva creación, Indartuz, que va a disponer de un total de 400 millones. Así, los presupuestos incluyen 935 millones de euros contemplados para ‘Euskadi Eraldatuz 2030’, el Plan de Inversiones Transformacionales que constituye la hoja de ruta de la Alianza Financiera Vasca y que se añadieron al proyecto ordinario.

Muy diferente a la situación de Talgo es la que atraviesa Arteche. La empresa vizcaina de fabricación de material eléctrico ya está inmersa en una senda de éxito. No obstante, ha recibido un espaldarazo a su gestión después de que el Gobierno vasco anunciase recientemente que ha traspasado las acciones que poseía de la empresa, agrupadas en Basque Fondo de Capital Riesgo, al fondo Finkatuz. En total, se trata de un 6,4% del capital social, el mismo porcentaje que ostentará ahora Finkatuz. Sin embargo, el hecho de contar ahora con la participación de este fondo refuerza la apuesta del Ejecutivo por una firma adscrita a un sector en ascenso y que puede contribuir a la transformación económica de la CAV. En efecto, Arteche es líder en el sector de Redes Inteligentes, considerada empresa estratégica y de alto crecimiento dentro del Plan de Industria-Euskadi 2030. Su actividad en electrificación, descarbonización, fabricación de componentes y soluciones para redes eléctrica, así como su expansión internacional, innovación y alianzas, han impulsado su evolución.

Por último, aunque no ha contado con Finkatuz, la operación de compra de la antigua Ibermática por parte de un consorcio vasco también refuerza la vía de la colaboración público-privada. En este caso, junto al Gobierno vasco, participan la fundación BBK y el fondo Indar Kartera de Kutxabank. “BBK ha puesto 100 millones, Indar-Kutxabank ha puesto 100 millones, y nosotros somos el comodín”, apuntó el consejero de Industria Mikel Jauregi, que abrió la puerta a que participen en la oferta de compra fondos de inversión extranjeros pero siempre con la salvedad de que, además del empleo, quede radicado en Euskadi el proceso de toma de decisiones empresariales. El pasado mes de marzo, Kutxabank anunció la puesta en marcha de Indar, un vehículo destinado a la inversión en empresas, siempre a largo plazo, con una capacidad de inversión inicial en capital de 500 millones de euros. El pasado mes de octubre, el director de Indar, José Iturriaga, destacó que Indar trabajaba ya en quincena operaciones, de las cuales seis o siete estaban ya “muy avanzadas” y las restantes se encontraban en fase de análisis.

El rango de actuación de Indar serán “empresas tractoras con un modelo de negocio sólido o inmersas en proyectos de crecimiento y expansión”. Lo hará mediante “inversiones a largo plazo, acompañándolas en la creación de valor”, según indicó Kutxabank en el anuncio de lanzamiento. La compra de Ibermática supondrá conservar en Euskadi la actividad y el empleo de los dos centros con los que cuenta la tecnológica en Zamudio y Miramón. Hace unos días, Jauregi, puso en valor la “sofisticación” de las “operaciones de arraigo” que se están llevando a cabo con empresas como Astilleros Balenciaga, Ayesa, Talgo o Uvesco. En este último caso, aunque el Ejecutivo no participa en la oferta del grupo de inversores vascos para comprar Uvesco al fondo francés PAI Partners, sí le corresponde “dinamizar y acompañar”, apuntó el consejero. A su juicio, “las diferentes operaciones de arraigo se están desarrollando de manera diferente y con un nivel de sofisticación, de ingeniería financiera también muy avanzada”. En este sentido, destacó que los consorcios vascos “están negociando y compitiendo de tú a tú con fondos de inversión”. l

2025-12-07T14:09:18+01:00
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