Con lo sucedido en Torre Pacheco, hay que distinguir entre la persecución de un delito, la localización del delincuente y el deseo de que asuma las consecuencias de sus actos, que es una cosa, y la caza indiscriminada al migrante, que es otra distinta. Y que azuzan siempre los del mismo lado de la caverna, ésos que ven en el diferente la causa de unos malos que ellos, no nos engañemos, ni quieren ni pueden arreglar. Por su incapacidad y por su falta de discurso político. Bueno, discurso sí que tienen. Uno vacío, facilón y de grandes titulares pero poco o nulo contenido.
De lo de Torre Pacheco podemos extraer varias conclusiones. La primera, que la policía no es tonta, como muchos todavía quieren creer. Hacen una labor encomiable fuera del foco, que ha propiciado esta detención en apenas unos días. Dos. Que lo que se vive en las calles es el resultado de una política por momentos incapaz, que todavía no ha conseguido dar una respuesta a la altura del reto migratorio que vivimos. Y la gente está enfadada, que es lógico, y los Abascal y Vito Quiles de turno, que tampoco son tontos, lo aprovechan. La cita del día es del humanista, escritor y maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov: "Nos acostumbramos a la violencia y esto no es bueno para nuestra sociedad. Una población insensible es una población peligrosa". Y de insensibilidad estamos viendo mucho últimamente. Ahora bien, hay otro bote importante y necesario, sin el cual, nada de lo vivido tendría sentido. Ahora es necesario que los jueces hagan su trabajo, que se les deje hacer también, para cerrar el círculo y, con ello, un capítulo, cuanto menos, bochornoso.