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“Las leyes no cambian nada en sí mismas, hay que crear una cultura de igualdad”

A las puertas del 8-M, la directora de Emakunde pone sobre la mesa los pasos que quedan aún por dar para alcanzar una sociedad igualitaria en Euskadi
Miren Elgarresta, directora de Emakunde
Miren Elgarresta, directora de Emakunde

“Emakunde tiene un grandísimo trabajo por delante”. De esta forma dibuja Miren Elgarresta el futuro que tiene por delante al frente del Instituto Vasco de la Mujer. Y es que en tan solo cinco meses al mando de Emakunde, la directora afronta múltiples objetivos en plena oleada de cambios, y aunque sostiene que “queda mucho camino por recorrer” en lo que a igualdad en la sociedad vasca respecta, subraya con orgullo las herramientas de las que se dispone actualmente, como la Ley de Igualdad vasca, que “es pionera en vincular la desigualdad con la violencia”.

Lleva unos meses en el cargo como directora de Emakunde. ¿Cuál es su objetivo en el Instituto? ¿Qué le gustaría cambiar, o en qué pretende avanzar en su estancia en el Instituto?

Tenemos herramientas potentes, como la Ley para la Igualdad que se aprobó en 2005 y ha tenido una segunda modificación aprobada el pasado año. El desarrollo de esta ley es un gran reto, ya que la anterior ha tenido una vigencia de 18 años, y hablamos de herramientas de desarrollo a largo plazo, porque hay muchos ámbitos de mejora. Se ha modificado en tres cuartas partes, se ha ampliado la mirada. El desarrollo de las políticas públicas de igualdad hacen que estas tengan cada vez un grado de complejidad más importante, y nos lleva a tener las condiciones idóneas de tener un personal formado y capacitado, y tener herramientas que faciliten de manera eficiente.

¿Por ejemplo?

La atención a mujeres víctimas de violencia machista. Uno de los grandes retos a los que me enfrento es a orientar el desarrollo de esa ley. Pero las leyes en sí mismas no tienen por qué cambiar nada. Es necesario generar una cultura de la igualdad en la sociedad, y para eso hay que generar programas. Ahí tenemos herramientas interesantes como el pacto de país, que pretende crear una adhesión amplia de la ciudadanía, empresas y agentes sociales de manera activa.

El Ararteko ha denunciado el trato que se le dio a una menor que fue a denunciar una agresión sexual. Esto choca de frente con lo que sostiene el pacto contra la violencia machista revalidado en enero. El acuerdo tiene como fin garantizar una protección integral sanitaria, policial, judicial y social.

No voy a analizar casos concretos, Emakunde lo que intenta es poner las herramientas adecuadas. Es un caso particular que tendrá que tener un análisis concreto, pero no creo que sea el caso de todas las mujeres que sufren violencia y se acercan a los servicios de atención. Es un entramado estructural potente, es complejo y se intenta dar respuesta a todos los casos de violencia machista. Este caso lo desconozco, por lo que no me puedo referir a él, y es un caso muy muy concreto. Las mujeres tienen muchos recursos al alcance, como el caso del acuerdo renovado para mejorar la calidad de la atención a las mujeres víctimas de violencia machista. Hay ámbitos de mejora, está trabajado con las asociaciones de víctimas, y uno de ellos es contar con mayor empatía de las instituciones, y facilitar información que existe para que no sean ellas quienes tengan que buscar los servicios. Es importante decir que los casos concretos necesitan una atención concreta, y donde hay una mala praxis es donde se tiene que corregir.

En los últimos meses se ha puesto el foco en la ley del ‘sólo sí es sí’, y sobre todo en la parte punitiva de la misma. ¿Considera que se han dado avances con esta nueva normativa?

Estamos a favor del objeto de la ley, porque supone un gran avance de los derechos de las mujeres. Y me gustaría salirme de la polémica de las rebajas de condenas, porque nos olvidamos de remarcar que trae avances en prevención, sensibilización, transformación social… y es una ley alineada con el Convenio de Estambul y que pone el consentimiento en el centro. Ha habido problemas evidentes en su aplicación práctica y estamos a favor de revisar los aspectos que han provocado problemas e introducir cambios legales para evitar diferentes interpretaciones de jueces.

En relación a la ley, se ha puesto el foco en las pulseras telemáticas. ¿Son una solución o un parche? ¿Y en Euskadi se ha impulsado más su utilización?

Es una de las medidas, pero no es la única. Hay mas medidas, desde un seguimiento de los agresores, y las pulseras, pero tenemos una amplia gama de medidas de protección. Ninguna es perfecta, por eso es necesario conocer las condiciones y circunstancias en cada caso y considerar las medidas más adecuadas.

¿Sirve para cambiar las tornas? Cada año se repite, pero en caso de la violencia machista los sistemas de protección se les establecen a ellas en la mayoría de los casos.

No, también hay medidas contra agresores, pero hay una cuestión de tipo jurídico, de tipo legal, que asiste a los derechos de los agresores. Por eso, la judicatura establece las medidas. Muchas mujeres se sienten más protegidas con estas medidas.

Estamos ya a las puertas del 8-M, y este año la campaña de Emakunde aboga por acabar con los techos de cristal. Daban el dato de que solo un 6% de los cargos de responsabilidad en Euskadi están ocupados por mujeres.

Hay muchísimos datos de desigualdades, pero queremos poner el foco en las grandes dificultades que hay en Euskadi. Es uno de los sitios con más igualdad respecto a otros países en el mundo, pero existen distintas dimensiones, y hay mucho margen de mejora en la representación de mujeres en organismos sociales, económicos y políticos... Aunque en este último punto estamos alcanzando la igualdad, no ocurre así en cargos de responsabilidad, directivas, etc. Tenemos un colectivo de mujeres muy preparadas, con estudios superiores en un 60%, y tenemos obstáculos para poder crecer. Pero no solo techos de cristal sino también suelos pegajosos, en trabajos precarios… y cómo están incidiendo los roles y estereotipos de género.

La agenda feminista se ha ido incorporado a las políticas públicas, así como los hombres al movimiento feminista. Sin embargo, a la hora de la verdad, son ellas las que solicitan tres de cada cuatro excedencias para el cuidado de hijos e hijas.

Sí. Existen muchísimas desigualdades, y una de ellas vinculada a medias de conciliación y corresponsabilidad de los hombres en cuidados y tareas domésticas. Y todavía está asumido por mujeres. No obstante es importante mirar con perspectiva y retrospectiva y ver cómo evoluciona. Respecto a las excedencias, el número de hombres se ha multiplicado por 7,3 en los últimos quince años. Hay avances, aunque hay mucho camino por recorrer.

Hacía alusión a la precariedad. El movimiento feminista lleva años denunciado los obstáculos con los que se encuentran las mujeres migrantes, con especial atención a la ley de extranjería. ¿Cómo se consigue acabar con su precariedad si no cuentan con derechos?

Exacto. Sufren doble o triple discriminación, por eso la nueva ley nos insta a incorporar la interseccionalidad. Intervienen todos los factores de discriminación que pueden acumularse. Las mujeres migradas en gran mayoría se dedican a un ámbito laboral precario, con muchas dificultades vinculadas a la ley de extranjería. Es el Estado el que debe resolver la situación para no generar mas impedimentos para que estas mujeres tengan los mismos derechos que el resto de las mujeres y personas de este país.

Y mirando hacia el futuro... ¿Cree que hay avances reales en cuanto a igualdad? ¿En el momento en el que llegue será necesaria una estructura como Emakunde?

Los avances son evidentes estos últimos años. Hemos conseguido una representación paritaria en el Parlamento, el porcentaje de alcaldesas se ha duplicado… Hay avances evidentes, pero tenemos un importante reto, superando la infrarrepresentación en ciencia, tecnología, industria... No tenemos el mismo concepto social que hace 18 años, pero hay un largo recorrido por hacer y Emakunde tendrá un grandísimo trabajo por delante.

2023-03-07T06:46:03+01:00
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