La Unión Europea ha decidido no revisar la Directiva sobre aguas de baño (2006/7/CE) que tiene casi 20 años de vigencia. Desde la Fundación Surfrider Europe denuncia la inacción de la Comisión Europea ante la contaminación de las aguas recreativas y pide la revisión de esta Directiva, ya que se ignoran muchos aspectos para medir la polución del mar.
En el contexto del cambio climático y contaminación creciente, la ONG Surfrider Foundation Europe tiene en marcha una campaña de denuncia en la que exige una evaluación más amplia y ambiciosa para garantizar tanto la seguridad real de la ciudadanía, como la resiliencia de los ecosistemas acuáticos. La Comisión Europea ya aplazó la revisión de la actual Directiva de 2006, pero ha sido ahora cuando han rechazado revisar formalmente el texto, una decisión que, desde Surfrider, aseguran que "se ha tomado sin consultar a las partes interesadas y tras un proceso marcado por la falta de comunicación clara".
Actualmente solo se tienen en cuenta dos bacterias para evaluar la calidad de las aguas recreativas (E. coli y enterococos), además, solo se hace en verano y en zonas destinadas al baño. Por lo tanto, no se tienen en cuenta áreas para prácticas deportivas como el surf, el paddle surf o el snorkel, tanto en temporada estival como fuera de ella. Por otro lado se ignoran contaminantes invisibles que amenazan la salud pública y los ecosistemas, como microplásticos, cianobacterias, residuos flotantes, contaminantes químicos persistentes o floraciones algales nocivas.
Riesgos sanitarios y ambientales
A pesar de que las bacterias analizadas son buenos indicadores de contaminación fecal, no representan todos los riesgos sanitarios y ambientales a los que estamos expuestos. Existen otros contaminantes químicos como hidrocarburos, pesticidas o metales pesados que pasan desapercibidos a simple vista pero que son muy persistentes. Incluso en concentraciones mínimas pueden provocar síntomas en las personas como alergias, alteraciones hormonales o efectos tóxicos crónicos.
Los problemáticos plásticos y microplásticos de los que tanto se han hablado en los últimos años también son ignorados a la hora de evaluar la calidad de las aguas, y pueden actuar como vectores de toxinas y bacterias patógenas que multiplican los riesgos sanitarios. También preocupan las cianobacterias y algas tóxicas, que liberan sustancias que pueden resultar muy nocivas para el hígado o para el sistema nervioso.
A todo esto hay que añadir la amenaza creciente de la resistencia antimicrobiana de las aguas residuales mal tratadas. Pueden liberar bacterias resistentes a antibióticos, un problema emergente en la salud pública que no se detecta con los métodos actuales de vigilancia.
Ante lo que Surfrider describe como "puntos ciegos de la directiva", Xabier Curto, coordinador de la delegación española de la fundación ha explicado: "Imaginemos darnos un baño tras una lluvia fuerte en una playa urbana: el agua puede estar cargada de residuos que vienen del alcantarillado, aceites de coches o restos de productos de limpieza, y sin embargo puede que no se observen a simple vista".
Propuestas desde 2021
No es la primera vez que esta ONG reclama a la Comisión la implementación de medidas para modernizar la directiva. Desde 2021 llevan haciendo diversas propuestas, entre las que destacan la vigilancia de las aguas durante todo el año, la inclusión de nuevos parámetros de contaminación, la ampliación de las zonas de vigilancia o la transparencia de los datos. Aseguran que, pese al revés institucional, continuarán su "trabajo de presión política", para así "exigir una normativa a la altura de los desafíos ambientales y sanitarios actuales".