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La soledad de 'Los Toni Nadal'

El adiós del ya extécnico de Carlos Alcaraz pone sobre la mesa la realidad más incómoda del circuito: ser entrenador de una estrella es uno de los trabajos más inestable del mundo.
Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz, durante un entrenamiento.
Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz, durante un entrenamiento. / EFE

Actualizado hace 6 minutos

El mundo del tenis saltó por los aires la semana pasada con la noticia de la separación de Juan Carlos Ferrero y Carlos Alcaraz. Si bien el murciano tuvo un inicio de año titubeante, llegando incluso a producirse los rumores de un posible cambio de entrenador, el brillante final a la temporada, coronado con el número uno del ranking ATP, borraba toda suspicacia posible.

Las palabras oficiales, como suele ocurrir en estos casos, dicen tanto por lo que callan como por lo que expresan. Alcaraz ha optado por la nostalgia y el agradecimiento: "Gracias por haber hecho de sueños de niño, realidades", escribía el murciano, añadiendo una frase que cierra una etapa vital en su carrera: "Ahora llegan tiempos de cambio para los dos, nuevas aventuras y nuevos proyectos". Sin embargo, es en la respuesta de Ferrero donde se intuye la herida, el matiz que diferencia una ruptura de mutuo acuerdo de un despido unilateral.

El de Ontinyent, elegante pero sincero, soltó una frase que retumba más que un 'derechazo' del de El Palmar: "Ojalá hubiera podido continuar". Cuatro palabras que desmontan la narrativa del consenso. Ferrero quería continuar el proyecto, creía que aún tenía cuerda para pulir al diamante que él mismo sacó de la mina.

Ferrero empezó con Carlos Alcaraz cuando este tenía aún 15 años. Llegó a rechazar ofertas de grandes jugadores top (se hablaba incluso de que pudo entrenar a gente como Alexander Zverev o Simona Halep en su momento) para apostar por un niño desconocido de Murcia que jugaba torneos 'Futures'. La apuesta no pudo resultar más exitosa, se marcha dejando a su pupilo número uno del mundo y en proyección de convertirse en uno de los mejores, si no el mejor tenista jamás visto.

La historia del circuito está pavimentada de estas rupturas traumáticas. Ferrero no es el primero ni será el último. Hace apenas unos meses, vivíamos el divorcio de Daniil Medvedev y Gilles Cervara, una pareja que parecía indestructible tras ocho años de simbiosis y locura compartida.

Incluso la relación más exitosa de la historia reciente, la de Novak Djokovic y Marián Vajda, terminó por desgaste. No hubo paños calientes. El propio Goran Ivanisevic, también despedido por el serbio, explicó la ruptura con una sinceridad brutal: "Llegamos a un punto de saturación. Yo me cansé de él y él se cansó de mí". Cuando el mejor de la historia te cansa, sabes que el ciclo ha muerto.

Peor fue lo de Stefanos Tsitsipas con su padre, Apostolos. Tras años de broncas públicas en la pista, el griego explotó en Montreal 2024, echando a su padre delante de todo el mundo y declarando en rueda de prensa: "Merezco un entrenador que me escuche y escuche mis comentarios como jugador. Mi padre no ha sido muy inteligente a la hora de manejar esas situaciones". Ese es el riesgo real: que la relación profesional se coma a la personal.

Las verdades incómodas de Toni Nadal

Sobre esta dinámica ha puesto el dedo en la llaga Toni Nadal, quizás la voz más autorizada para hablar de relaciones longevas. El tío de Rafa no se ha mordido la lengua al valorar este tipo de situaciones: "En el mundo del tenis, el jugador es quien paga, y normalmente paga para escuchar lo que quiere oír". Directo y conciso, como es Toni.

El entrenador siempre ha marcado la diferencia abismal entre su caso y el del resto: "Yo con Rafa tenía otra condición: no cobraba, así que podía decir lo que quería". Esa libertad financiera le permitía ser brutalmente honesto sin miedo al despido. Ferrero, a pesar de su estatus de leyenda, no dejaba de ser un empleado en el organigrama del 'Team Alcaraz'. Y como bien apunta Toni: "O marcas una línea de exigencia o estás en manos del jugador".

La complejidad de estas relaciones llega al paroxismo cuando entran en juego los conflictos de intereses. El propio Toni Nadal vivió un episodio surrealista cuando empezó a colaborar con Felix Auger-Aliassime. La condición fue clara desde el minuto uno, tal y como reveló el técnico balear: "No habría colaborado con Felix si mi sobrino no hubiese querido".

Aun así, la incomodidad era palpable. En aquel Roland Garros de 2022 donde se cruzaron Rafa y Felix, Toni cumplió su palabra de no sentarse en el palco del canadiense. "Quiero que gane Rafa. Para mí, por encima de todo está mi sobrino", llegó a declarar, dejando a Aliassime en una situación de orfandad técnica momentánea que define perfectamente lo extraño de este deporte. El canadiense, todo hay que decirlo, aceptó las reglas del juego con una madurez impropia para su edad, admitiendo que "sabía que Toni no estaría en mi box si jugaba contra Rafa".

El relevo lo toma Samuel López, hasta ahora la sombra de Ferrero. López ha mandado ya su mensaje de "ilusión y unidad", palabras útiles para calmar las aguas. Es la opción lógica, la de la casa, la que asegura que no habrá revoluciones traumáticas antes de tiempo. Pero cuidado: ser el segundo es fácil, ser el primero, el que se come las derrotas, es otra cosa. Su primer gran reto: ganar el ansiado 'Australian Open', único grande que se le resiste a Alcaraz hasta el momento.

Si lo gana, será el tenista más joven de la historia en completar el Grand Slam, superando a Rafael Nadal. Casi nada. Alcaraz llega a Melbourne con la presión de la ruptura reciente y con la obligación de demostrar que puede ganar sin su mentor de toda la vida.

Esta ruptura confirma lo que todo el mundo sabe en el circuito: ser entrenador de tenis es un puesto de alto riesgo. Sí, viajas en primera y vas a los mejores hoteles, pero tu jefe es un chaval de 20 años que puede despedirte si pierde dos partidos seguidos.

Es una profesión extraña, donde tienes que imponer autoridad a quien te paga la nómina a fin de mes. Ferrero ha aguantado siete años, que ya es casi un récord.

2025-12-22T20:02:49+01:00
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