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Cuentan en la página web de egoaizia.org que la asociación eibarresa fue el fruto de una semilla de solidaridad plantada hace ahora 25 años. Marisabel Albizu Lluvia (Eibar, 59 años) recuerda con pelos y señales aquellos días en los que un grupo de chicas de 18 años de la localidad guipuzcoana decidieron juntarse para “soñar con otro mundo posible”. “Yo fui una de las personas que regó esa planta”, afirma Albizu, cofundadora de la ONG y en la actualidad directora de Ellacuría Fundazioa de Bilbao. La iglesia de San Andrés, la edificación más importante de la villa, fue testigo de cómo “una suma de voluntades” hizo que el compromiso cristiano de un puñado de jóvenes mujeres de la parroquia se cristalizara en la solidaridad y la cooperación internacional con el foco puesto en el sur global. Ahí surgió la chispa.
Por aquel entonces -“hacia 1998 o 1999”-, Marisabel Albizu era profesora en el colegio cristiano Aldatze. Junto a una serie de mujeres idealistas, Egoaizia recibió el impulso tanto de monitores como del párroco José Ignacio Arregui (ahora en la iglesia del barrio de Arragua, en Oiartzun). Constituida como asociación en el año 2000, además de un origen netamente religioso, destacaba el componente femenino de su núcleo principal; algo que, señala Marisabel, era habitual en la cultura del asociacionismo local. “Que en Eibar una asociación esté integrada por mujeres no es ninguna casualidad. Es lo que veo a mi alrededor. No sé si ahora se dará tanto, pero desde luego en los años 2000 sí que era así”, explica. Impregnado también de espíritu feminista, la cofundadora y voluntaria de Egoaizia asegura que para sus miembros “la equidad es un eje innegociable”.
Han realizado más de 100 proyectos, beneficiando a más de 100.000 personas.
Hoy la asociación puede presumir de importantes logros humanitarios y sociales en el ámbito de la cooperación internacional y también en Euskadi (con campañas de sensibilización educativa o alentando el consumo responsable), gracias a unos números imponentes: más de cien proyectos realizados, de los cuales se han beneficiado más de 100.000 personas, donde alrededor del 70 por ciento son mujeres. La acción humanitaria más urgente se desarrolla principalmente en distintos lugares de Perú y Etiopía golpeados por la hambruna y la escasez de recursos materiales con los que afrontar una vida con un mínimo de dignidad. “A través de los años, hemos ido apoyando a las diferentes situaciones de crisis, emergencias y desastres climáticos en África y Latinoamérica, donde buscamos proteger, prevenir y abordar las necesidades básicas e inmediatas de la población”, afirman desde Egoaizia.
Transformando Eibar
En su doble tarea por atender tanto las necesidades del sur global como las de los territorios ricos del hemisferio norte como un todo, Egoaizia realiza distintas acciones en el territorio guipuzcoano. Desde 2021, la asociación promueve el consumo responsable y sostenible en la villa armera a través de la iniciativa Eibar Eraldatuz. Se trata de un proyecto pensado para medio o largo plazo, en el que se potencia el comercio de proximidad, los productos de km 0 y un conjunto de valores éticos, medioambientales y sociales que deben cumplir los establecimientos participantes. En la web egoaizia.org/eibar-transformador, un mapa muestra los comercios adheridos actualmente a la iniciativa. “Hemos hecho un pequeño testeo entre la gente y el 50% de los encuestados conocía el mapa, lo que no está mal para el poco tiempo que llevamos con esto. Nos anima a seguir”, razona Marisabel Albizu.
La prueba piloto de México
El primer proyecto que trataron de abordar fue en México. Marisabel dice que contactaron con Cáritas México “para acompañar y, en la medida de lo posible, sacar de la marginalidad a niños que vivían en la calle”. Aquella intentona tuvo un escaso recorrido. “Éramos muy pequeñas”, zanja la voluntaria. Desde entonces, con la lección aprendida, en sus misiones solidarias solo han trabajado codo con codo con las comunidades locales. “Los proyectos previos no cuajaron porque intentamos hacer cosas con entidades demasiado grandes que tomaban las decisiones muy lejos y en las que no podíamos participar”.
El primer proyecto que trataron de abordar fue en México.
El mismo sueño
La región de Piura en Perú es un lugar paradisíaco donde surfistas de todo el mundo buscan cabalgar las olas de sus playas de arena fina. Cerca de este entorno turístico costero, en la zona de la sierra, hay unos severos índices de desnutrición infantil. “El planeta es un planeta de desigualdades y esa fotografía es un fiel reflejo de ello”, subraya Marisabel. Durante tres años, en el seno de una comunidad religiosa, ella trabajó sobre el terreno en el país andino coincidiendo con la crisis del coronavirus.
En una época dominada por los discursos polarizados y el auge de la extrema derecha, el objetivo de luchar por una sociedad más justa no se ha alterado un milímetro. Egoaizia sigue en sus trece: “El sueño no lo hemos cambiado ni yo ni la asociación. Sigue siendo el mismo. Aunque sabemos que es bastante hostil, queremos que el mundo sea de otra manera. No nos conformamos con menos”.