El Consejo de Gobierno Foral ha aprobado este mes de diciembre la solicitud de modificación presupuestaria necesaria para asegurar la continuidad del Proyecto de rehabilitación y puesta en valor del castillo de Bernedo, en Mendialdea.
Una iniciativa surgida de los Presupuestos Participativos de Álava 2024 y dotada con 176.360 euros.
Este importe se incorporó en 2023 al presupuesto del Departamento de Cultura y Deporte, responsable de la actuación, dentro de la partida destinada a las actuaciones de conservación y protección de este castillo. Aunque la mayor parte del crédito está reservada para los trabajos previstos, el ejercicio 2024 apenas dejó margen para avanzar, por lo que el crédito no ejecutado se mantuvo en la misma partida para 2025.
Debido a las limitaciones técnicas y de personal del Ayuntamiento de Bernedo, el Servicio de Museos y Arqueología se encarga directamente de desarrollar las intervenciones. A lo largo de este año se han llevado a cabo estudios previos y se ha redactado el proyecto de obras de consolidación del castillo.
El Castillo de Bernedo presenta estado de ruina y se quiere recuperar
Ahora, y una vez completados los trabajos preparatorios, corresponde licitar el contrato de obras, con un presupuesto de 80.000 euros. La adjudicación está prevista para 2026, año en el que se ejecutarán los trabajos, con un plazo estimado de seis meses.
Para garantizar esta previsión y ejecutar las obras, el Consejo de Gobierno Foral ha aprobado la creación de un crédito de compromiso para 2026 por un total de 88.000 euros. Con este paso, la Diputación Foral de Álava reafirma su compromiso con la conservación del patrimonio y avanza en la recuperación del castillo de Bernedo, una actuación largamente demandada por la ciudadanía y respaldada por los Presupuestos Participativos.
Fortaleza medieval
No en vano, se trata de un castillo vigente desde la Edad Media hasta la segunda mitad del siglo XVI cuando fue abandonado tras un rayo que dañó sus estructuras. Existe constancia de él desde el Fuero de Marañón, que Alfonso I el Batallador otorgó en el siglo XII, y durante siglos fue un punto estratégico de vigilancia entre los reinos de Navarra y Castilla.
Tras su abandono la fortaleza fue progresivamente desmantelada ya que los vecinos de la zona reutilizaron piedra para construcciones y vías. Este pasado verano, la intervención arqueológica, iniciada a finales de octubre de 2024 y dirigida por Javier Ajamil, ha sacado a la luz un gran número de útiles habituales en este tipo de construcciones, tales como cerámica, fragmentos de vidrio, monedas, puntas de ballesta, de jabalina o un cuchillo; aunque la sorpresa la dio el hallazgo de una necrópolis en toda la extensión del patio de armas.
Los restos óseos se han encontrado en dos situaciones. Por un lado, enterramientos en fosas preparadas que indicarían prácticas de inhumación realizadas mientras el castillo estaba en uso; y, por otro lado, cuerpos hallados mezclados en el derrumbe que colmató el patio y sin fosa, que podrían corresponder a enterramientos rápidos tras el abandono, posiblemente relacionados con episodios epidémicos en los que se aprovechó el escombro para cubrir los cadáveres.
Los restos recuperados fueron inventariados y acondicionados para su posterior análisis en laboratorio; mientras se abordaba la consolidación estructural, sobre todo de la torre y muros, para asegurar la construcción en estado de ruina antes de continuar con nuevas campañas.
Éstas estaban pendientes de las licitaciones y subvenciones que ha anunciado este mes la Diputación alavesa, por lo que la labor continuará en 2026. El acceso público a la zona esta restringida por razones de seguridad, aunque durante la campaña sí se permitieron visitas controladas de vecinos del lugar.