¿Qué pesa más, los números o la ilusión? Desde el punto de vista matemático, hoy, en este último martes del 2025, la respuesta es clara y es que pesan más los números. Las probabilidades, aunque lo deseemos, no van a cambiar. Y el azar tampoco se va a volver generoso porque tengamos más esperanza. Pero, y esto es algo muy importante, las matemáticas tampoco vienen a decir que la ilusión es un error o que debamos dejarla de lado. Dicen algo mucho más profundo. Las matemáticas nos dicen: "No confundas ilusión con probabilidad."

El 2025, matemáticamente, es un año de Harshad. Es decir, un número que da alegría, un número feliz, un número amigo con muchas propiedades matemáticas: Era un cuadrado perfecto, 45 x 45. Un año que matemáticamente hablaba de estructura, de repetición y de constancia. El 2026, sin embargo, es un número que es par, no es un número redondo, no es un número perfecto, no es un número que venga cuadradito y resuelto. Esto también nos dice algo bonito y es que el 2026 es un año más parecido a la vida real, un año de decisiones, de ajustes y de rutas que se afinan sobre la marcha. Por eso, para este 2026, vamos a dejar de lado el típico deseo de suerte y vamos a desear algo más matemático.

Mi primer deseo para este 2026 para todos y todas es buen criterio. Mi segundo deseo es constancia en hacer posibles los sueños que parecen improbables. Y si me permitís un tercer y último deseo también muy matemático, brindo por un 2026 con más relatos que nazcan de los datos y menos relatos vacíos de datos. Porque las matemáticas aquí no han llegado para quitarnos la emoción, sino para que la emoción no nos engañe y ellas sean parte de ese disfrute. Cerremos el 2025 con ilusión y entremos en el 2026 con los números claros. Quizás ese equilibrio sea el mejor augurio que podamos hacer. En el 2025 aprendimos que las matemáticas no son solo para lo que sirven, sino todo lo que no existiría sin ellas. Y, en el 2026, seguiremos aprendiendo mucho de ellas.