El show arranca este martes en el Congreso. La moción de censura que Vox plantea para tratar de derrocar al Gobierno de Pedro Sánchez no servirá más que para enfangar el clima electoral antes incluso de enfilar la carrera definitiva hacia el 28-M y, sobre todo, hacia la partida que se dirimirá a finales de año, el trono de las generales. La figura de Ramón Tamames como candidato de la ultraderecha alimentará las redes de chanzas y memes mientras los partidos estén cruzando sus partituras ideológicas, de sobra conocidas por un gran público, su electorado, preocupado por otras cosas más terrenales del día a día. El líder del PSOE confrontará con el economista, otrora comunista, en términos de rigor, si bien la mirada de la gran mayoría se centrará en la figura ausente en el hemiciclo, Alberto Núñez Feijóo, cuya abstención le colocará a la derecha de su predecesor, Pablo Casado, con el PP tratando de hacer encaje de bolillos atizando al Ejecutivo de coalición para salir del atolladero. A su vez, los socios de investidura afearán la inoportunidad de este trance, no sin sancionar al presidente español por sus incumplimientos, un recurso más como estrategia de campaña.
Los socialistas se toman en serio la moción, conscientes de que Sánchez hizo lo propio en 2018 con Rajoy, y se emplearán en demostrar las bondades socialdemócratas y los frutos de sus reformas sociales, entre el fuego cruzado por el caso Tito Berni y la reforma de la ley del sólo sí es sí con el que serán golpeados. Su portavoz, Patxi López, deja en manos del Gobierno el reparto de papeles y estima que el debate servirá, además de para enfrentar los dos modelos políticos –el del PP, “caduco”–, para constatar el “desvarío” de Vox y la “fuga” de Feijóo. “No cabe llamarse a engaño, la relación de la derecha con la ultraderecha no es la misma desde hace un año, de la colisión en tiempos de Casado hemos pasado a la colusión en tiempos de Feijóo”, sostienen.
En Unidas Podemos hablan de “pérdida de tiempo” y plantarán cara con los avances progresistas como “la mejor vacuna contra la extrema derecha”, demandando al PSOE un giro a la izquierda. Su líder, Ione Belarra, llegó a proponer que sólo intervengan mujeres para encarar a “la ultraderecha machista” y mostrar que los avances surgen en el feminismo. Pero los nubarrones internos por no clarificarse su inclusión en una confluencia con Sumar, con sucesivos mensajes de ida y vuelta entre Yolanda Díaz y los dirigentes morados, empañan la escena. Y eso que no está descartada la intervención de la vicepresidenta.
Génova defiende la abstención de Feijóo, así como su decisión de no acudir al debate. Entiende que desactiva la idea del bloque de derechas que sostiene Sánchez y que les sitúa en el centro, entre las “excentricidades” de Abascal y las políticas “temerarias” del Gobierno y sus aliados. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, se desentenderá de Vox y se dedicará a “evidenciar las carencias” del Gobierno “temerario, agotado e inflamado” de PSOE y Unidas Podemos. “La verdadera moción de censura será el 28 de mayo cuando hablen millones de españoles en las urnas”, recalcan, desmereciendo este entreacto de “circo” que pone alfombra roja a los actuales inquilinos de Moncloa. A nadie se le escapa que la intención de la formación extremista con esta moción era liderar la oposición o, como mínimo, restarle votos al PP para condicionar futuros pactos municipales y autonómicos, a imagen y semejanza de Castilla y León. Abascal y Tamames se repartirán los papeles de poli malo y poli bueno, respectivamente, con este último haciendo una radiografía de las maldades soberanistas y la necesidad de reconfigurar el Estado con un pacto constitucionalista.
Posición de los socios
El PNV escuchará al candidato y responderá “algo que quede apañado y adecuado”, pero sin agotar su media hora, Cabe recordar que en el debate de la primera moción de censura de la legislatura, su portavoz, Aitor Esteban, sólo empleó 90 segundos, en tanto que los jeltzales no quieren hacer el “caldo gordo” a la derecha radical. Para EH Bildu, asistiremos a una “broma de mal gusto” y “absurda” que sólo alimentará la desafección política. Su portavoz, Mertxe Aizpurua, intervendrá visto que no habrá una posición conjunta de los grupos.
ERC participará en el “circo” por respeto al parlamentarismo y sin que Sánchez se vaya “de rositas”, pese a los consensos alcanzados para desinflamar el conflicto catalán, tras su choque por el fracaso de la reforma de la ley mordaza. Desde Junts, Míriam Nogueras atacará al PSOE por “alimentar” el espantajo de la ultraderecha en lugar de colaborar con la comisión de la Eurocámara que estará en Madrid para investigar el espionaje a independentistas con el Pegasus. Las fuerzas minoritarias coinciden en ver la moción como un medio de Vox para atacar al PP y una iniciativa inútil que perjudica el prestigio del Parlamento y beneficia al PSOE. Ciudadanos cree que es una ocasión para demostrar que hay alternativa al bipartidismo pero que no basta con echar a la coalición. Aunque la marca naranja está tan perdida como la propia censura al Ejecutivo.