EL vuelo del helicóptero que rastrea la Itzulia desde el aire apenas sobrepasa las dos horas y media. La planificación para que esas imágenes embellezcan la competición, para que la vista de texturas, luces y planos que embelesan necesita al menos dos meses. “Nosotros recibimos el recorrido de la carrera dos meses antes. No solo porque tenemos que saber cuál es el trazado exacto, también es imprescindible tener tiempo para lograr todos los permisos de vuelo y a partir de ahí planificar cómo se va a rodar la carrera”, concede Javier Cordero, que pertenece a la empresa SIT Grupo, que rueda la carrera vasca desde el aire para EITB. La Itzulia no es solo un magno espectáculo competitivo. Su extrarradio ocupa mucho más espacio. El paisaje, los monumentos y los pueblos también protagonizan la carrera. La realzan. En ocasiones dejan de ser actores secundarios o decorados para ser las estrellas de la filmación. “Cada vez más es una promoción turística a través del ciclismo”, expone Cordero, responsable de producción de la empresa que rueda la Itzulia desde el cielo.
La narrativa de la carrera es amplia y ha de conjugar la guionización con la capacidad de adaptación a un medio cambiante constantemente. “Se trata de seguir a los ciclistas, de estar pendiente de la carrera, pero ahora la mirada es más amplia. Se está optando por una narrativa más pensada, más cinematográfica, y eso conlleva tenerlo todo detallado en lo posible. Los planos no se improvisan, aunque luego hay que saber adaptarse porque estamos en un medio cambiante, vivo. Entran en juego la experiencia y el saber hacer del piloto y del operador de cámara. El ciclismo que se rueda desde el aire no tiene nada que ver al de hace cinco años. Es otro deporte”, diserta Cordero.
En esa visión se trata de enriquecer el producto, una demanda de los “espectadores”, que no solo quieren ver la carrera. Los puntos de interés, el paso por los pueblos y los planos de los monumentos son esenciales en una producción ciclista. “Es una forma de obtener un retorno económico para los ayuntamientos y otras entidades que invierten en la carrera. Se muestra el país y sirve para que los que ven la carrera se interesen por él, más allá de la competición”. Ese modo de ver ciclismo lo introdujeron los responsables del Tour, siempre en la vanguardia. Pioneros. “Son los que más medios cuentan. Pueden tener hasta cuatro helicópteros en el aire. Por ponerte un ejemplo, tienen un helicóptero dedicado a seguir la carrera y otro solo dedicado a mostrar monumentos”. En la Itzulia se emplea un helicóptero, un avión que vuela por encima y repite la señal, y las motos de carrera. Esas señales llegan a la realización de EITB en su unidad móvil. Es el realizador el que orquesta qué planos hay que mostrar de entre las imágenes que llegan.
150 metros de altura
Las imágenes del helicóptero, que vuela a 150 metros de altura por norma general, las obtiene una cámara Cineflex (gira 360 grados) con seis ejes estabilizadores y una lente de 570 milímetros. La gran estabilización de la lente permite acercarse muchísimo a los ciclistas desde el aire mediante el empleo de un potente zoom. “Al comienzo se rodaba con cámara al hombro, luego llegó la Wescam con dos ejes para estabilizar la imagen y ahora estamos con la Cineflex, que permite filmar sin vibraciones a pesar de las turbulencias”. El helicóptero provoca vibraciones por el propio funcionamiento del mismo, pero son las condiciones climatológicas las que más pueden dificultar el vuelo. “Tienes lluvia, niebla, nieve o viento, que es lo más peligroso para el vuelo. Lo primero es la seguridad. Es lo fundamental”, subraya Cordero.
Los partes meteorológicos son imprescindibles para trazar la ruta del helicóptero y blindar en lo posible un vuelo seguro, sin sobresaltos. “Empleamos el de AEMET, el de los aeropuertos próximos y aplicaciones como Windy, que sirven para completar y saber en cada momento con que nos podemos encontrar. Combinamos varias para precisar al máximo”, explica Cordero. Además, el piloto, que ha volado en varias ediciones por los cielos de Euskal Herria, conoce rutas de escape por si las circunstancias del vuelo se complican. Los permisos de vuelo también fijan lugares por los que no se puede volar, como reservas naturales o ciertos espacios aéreos. “Puede ocurrir que la puesta de huevos de un ave concreta en un espacio protegido impida el vuelo por las molestias que causa el ruido y la presencia del aparato y hay que buscar una alternativa”, recuerda el responsable de producción.
El helicóptero, con su visión cenital, de gran hermano, tiene que ser testigo de la trama de la carrera, pero ha de mantener una distancia de seguridad con el pelotón, otro aspecto básico. “Por ejemplo, los ciclistas frenan de oído. Por eso, el helicóptero tiene que interceder lo menos posible, además de no mover el aire cerca porque resulta peligroso”, desgrana Cordero. “Se trata de estar presente sin que se perciba la presencia”, matiza el responsable de producción sobre un elemento imprescindible para comprender la carrera. De hecho, las tomas del helicóptero enriquecen la visión de la competición. “En ocasiones ante un puerto para que se vea la dificultad del mismo, el helicóptero se sitúa en paralelo y así uno se da cuenta desde su casa de las pendientes que hay, algo que el plano de la moto, más próximo al ciclista, más cerrado, no puede transmitir”, cuenta Cordero. La incorporación del uso del dron concede una nueva perspectiva. “Lo ideal es combinarlo todo. Por un lado la moto, que te cuenta la carrera desde dentro, por otro el helicóptero que fija una vista general, pero que sirve para enseñar lo que rodea a la carrera y ofrece varias perspectivas, y luego el dron, que es más una visión tipo videojuego. Todo es bueno para mejorar el producto televisivo”, considera Cordero. El helicóptero despega. La Itzulia que vuela.