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Café con Patas

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Redescubre a tu Perro

La huella imborrable del perro Jack en la historia y el alma de Swansea (Gales)

29 rescates acuáticos convirtieron a este retriever en leyenda del sur de Gales. Te contamos su increible historia.
La huella imborrable del perro Jack en la historia y el alma de Swansea (Gales)
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En el sur de Gales, cuando los años treinta aún olían a carbón húmedo, sal y hierro, Swansea no era una ciudad para ser contemplada, sino para ser vivida. Sus muelles latían día y noche con el crujir de la madera, el choque del metal, el ir y venir constante de barcos y hombres que trabajaban contra el tiempo y el agua. El río y sus orillas no eran un paisaje: eran el alma misma de la ciudad. Y fue allí, entre redes mojadas, tablones resbaladizos y mareas imprevisibles, donde comenzó la historia de Jack.

Jack nació en 1930. Era un perro retriever de pelaje oscuro, ligero, ágil, con esa mirada que parece entender el mundo antes de que el mundo hable. Desde cachorro, el agua lo llamaba. Corría junto al río, se lanzaba tras palos, nadaba no por deber, sino por puro gozo. Nadie imaginaba entonces que aquel juego inocente sería, muy pronto, una vocación.

Los muelles eran peligrosos. Suelos húmedos, prisas, descuidos, corrientes traicioneras. Los accidentes eran frecuentes. Y un día, en junio de 1931, Jack dejó de jugar. Un niño de doce años se estaba ahogando. Sin órdenes, sin aplausos, sin saber siquiera lo que significaba ser un héroe, Jack se lanzó al agua y lo sacó con vida. Nadie escribió sobre ello. Pero Jack ya había aprendido algo esencial: cuando alguien grita, él responde.

Semanas después, ante la mirada de decenas de personas, volvió a hacerlo. Un nadador en apuros, el agua cerrándose sobre él, y de nuevo ese cuerpo oscuro cortando la superficie, avanzando sin miedo. Esta vez sí hubo fotografías, titulares, un collar de plata entregado por el ayuntamiento. Pero para Jack, el reconocimiento nunca fue el motivo.

Desde entonces, su nombre empezó a confundirse con el propio sonido del río. Cada grito de auxilio era una llamada que no ignoraba. Se lanzaba una y otra vez, nadaba hasta la desesperación humana y la arrastraba de vuelta a la orilla. Entre 27 y 29 vidas regresaron a tierra firme gracias a él. Recibió premios, trofeos, incluso uno de plata de manos del alcalde de Londres. En 1936 fue nombrado el perro más valiente del año. Pero su verdadera recompensa estaba en cada respiración recuperada, en cada vida salvada.

La historia, sin embargo, no fue justa con Jack. En octubre de 1937, con apenas siete años, murió tras ingerir veneno para ratas. La noticia llenó páginas de periódicos en todo el Reino Unido. No se lloraba solo a un perro, sino a un símbolo, a un compañero silencioso que había dado todo sin pedir nada.

Memorial a Jack en Swansea

Swansea no lo olvidó. El pueblo, agradecido, reunió dinero y levantó un memorial de mármol y bronce frente al campo de rugby de St. Helen's. Allí sigue, desafiando al tiempo, recordando que el coraje no siempre camina sobre dos piernas.

Con los años, Jack se convirtió en leyenda, en parte inseparable del imaginario de la ciudad. Incluso el apodo de sus habitantes quedó ligado para siempre a su nombre. Porque hay historias que no envejecen, porque hablan de algo antiguo y esencial: el vínculo profundo entre humanos y perros. Jack no solo salvó vidas. Nos recordó, para siempre, lo que significa la lealtad sin condiciones. 🐾

13/12/2025
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