La imagen ha dado la vuelta al mundo: China ha celebrado el 80 aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Chinojaponesa y el final de la Segunda Guerra Mundial con 80 cañonazos haciendo vibrar la plaza de Tiananmén y marcando el inicio del mayor despliegue de músculo militar de los últimos años. Un desfile militar que contaba, además, con la presencia del presidente ruso, Vladimir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un.
Conoce bien la realidad del gigante asiático Julio Ceballos, especialista en internacionalización y desarrollo de mercado, porque ha vivido 20 años allí. Por eso, desde los micrófonos de Onda Vasca con Txema Gutiérrez ha animado a realizar un ejercicio de "quitarnos, aunque solo sea para entenderles un poco, las gafas occidentales y ponernos las gafas chinas". Con las gafas occidentales, "el desfile se ha vivido como una advertencia y como una demostración de de fuerza en un mundo de tensiones crecientes. Y es así. En realidad, un desfile militar no deja de ser eso". Por eso, explica Ceballos, "sin quitarle un ápice de valor a las interpretaciones que se hacen desde Occidente, también es importante ver desde donde lo ven ellos y cuál es la situación de la que salieron hace 80 años y por qué es tan importante celebrar con un desfile de estas características el fin de la Segunda Guerra Mundial".
¿Y cuál era esa situación? "Rusia y China juntas sufrieron más muertes que toda Europa y América combinadas en la Segunda Guerra Mundial. Con este despliegue de fuerzas, lo que China viene a decir es que eso no va a volver a suceder. Que ellos ya no son débiles, que no van a volver a dejar que otras potencias les pongan de rodillas o que otras potencias básicamente les obliguen a a claudicar".