Japón vuelve a situarse en el centro del debate tecnológico tras el anuncio realizado recientemente por una empresa nipona que asegura haber alcanzado uno de los grandes sueños de la humanidad: la Inteligencia Artificial General (AGI).
La compañía Integral AI asegura haber desarrollado un sistema capaz de razonar, aprender nuevas habilidades y actuar de forma autónoma sin intervención humana, algo que, de confirmarse, marcaría un antes y un después en la historia de la inteligencia artificial (IA).
Un robot humanoide en posición de pensar.
La AGI está considerada como el Santo Grial del sector. A diferencia de los sistemas actuales, como los chatbots o los asistentes virtuales, una AGI no estaría limitada a unas tareas concretas ni a grandes bases de datos. En teoría, podría aprender cualquiera de las habilidades intelectuales que realiza una persona, adaptarse a contextos nuevos y tomar decisiones complejas.
Expectación y escepticismo
Aunque figuras como Sam Altman (CEO de OpenAI) o Elon Musk (CEO de Tesla y SpaceX) llevan años prometiendo avances en esta dirección, la experiencia que tenemos de la IA actual es que se equivoca, tiene falta de comprensión profunda y dependencia de datos previos. Por eso, el anuncio de Integral AI ha despertado tanta expectación como escepticismo.
Fundada en 2021 en Tokio por Jad Tarifi, exingeniero de Google, y Nima Asgharbeygi, la empresa sostiene que su sistema cumple con una definición clara de AGI basada en tres pilares. El primero es el aprendizaje autónomo: la IA debe ser capaz de enseñarse a sí misma habilidades completamente nuevas en dominios desconocidos, sin disponer de datos previos ni supervisión humana. El segundo es el dominio seguro y fiable, es decir, aprender sin provocar efectos secundarios peligrosos o comportamientos imprevisibles. Y el tercero es la eficiencia energética, comparable al coste energético que supone para un ser humano adquirir una habilidad similar.
El aprendizaje automático de la IA replica el funcionamiento del cerebro humano.
Inspirada en el cerebro humano
Según Integral AI, el modelo está inspirado en el neocórtex humano, la región del cerebro responsable del pensamiento consciente, la planificación y la percepción. Utiliza una estructura multicapa que genera representaciones internas del entorno, formula estrategias y actúa como un sistema unificado.
A diferencia de la IA convencional, no depende de grandes bases de datos etiquetadas. Así, en las pruebas iniciales realizadas, la empresa asegura que varios robots aprendieron comportamientos nuevos sin recibir instrucciones ni ejemplos previos, evaluados bajo los criterios citados anteriormente de autonomía, seguridad y consumo energético.
El enfoque de Integral AI se centra en la llamada IA encarnada o incorporada: sistemas de IA que están integrados en objetos físicos como robots y que les permiten interactuar con su entorno de forma significativa.
Tarifi ha descrito el hallazgo como "el siguiente capítulo en la historia de la civilización humana" y ha señalado que el objetivo ahora es hacer evolucionar un modelo que aún está en sus inicios hacia sistemas cada vez más avanzados.
Motivo de preocupación
Sin embargo, el anuncio llega en un contexto de creciente preocupación global sobre los riesgos de la inteligencia artificial avanzada. Investigadores de primer nivel, como Yoshua Bengio -uno de los padres de la IA moderna y ganador del Premio Turing- han advertido públicamente sobre los peligros potenciales que existen si el desarrollo continúa sin el control adecuado.
Bengio reconoce que estos sistemas todavía tienen limitaciones, pero alerta de que su rápida evolución podría convertirlos en una amenaza en un plazo relativamente corto, sobre todo si se concentra demasiado poder en unas pocas manos o si compiten directamente con los humanos.
Pendiente de verificación
De momento, la afirmación de Integral AI debe someterse todavía a una verificación independiente, algo clave para determinar si realmente estamos ante la primera AGI o ante un avance significativo, pero aún parcial.
Mientras tanto, este anuncio de que estamos cada vez más cerca de que exista otra inteligencia comparable a la humana nos hace preguntarnos si estamos preparados para gestionarla de una forma segura, ética y responsable. De cualquier forma, el debate está servido y ya no es solo un tema de ciencia ficción, sino una cuestión de realidad.