Iñigo Martínez ha querido sincerarse mostrando su lado más sentimental en 'La Movida Deportiva' de ONDA VASCA al dar cuenta de su reciente salida del Fútbol Club Barcelona. El defensor vizcaíno, con 34 años, nuevo componente del Al-Nassr, le ha concedido a José Manuel Monje todo tipo de detalles acerca de la noticia que, por lo inesperada, ha hecho retumbar durante los últimos días los cimientos de la entidad que preside Joan Laporta.
"Les ha pillado a muchos de sopetón. A la afición le entre bien, le generé esa ilusión y les pillé de sopetón, pero son cosas del fútbol, y estamos acostumbrados a que haya cambios de un día para otro", ha manifestado el central, que, en efecto se había granjeado a pulso el cariño del seguidor barcelonista.
Y no solo eso, porque, de puertas adentro, y tras el triplete alcanzado de la mano de Hansi Flick en su llegada a la Ciudad Condal, el ex de Athletic y Real Sociedad era todo un ejemplo para el técnico germano dentro y fuera del verde, por lo que el de su marcha no fue un asunto sencillo de tratar, aunque se llevó con total naturalidad. "Hablé con él a la vuelta de la gira -por Japón-, decido hablar y ser sincero. Sabía que me entendería. Me quedaba un año y son 34 años. Hay que tener claro que pasan pocas veces estas opciones. Le pillé de sorpresa pero lo entendió perfectamente desde el minuto 2. Fue una charla agradable y le dio mucha pena porque me tiene un aprecio que es mutuo".
"En el vestuario estuve por dentro muy afectado"
"Fue un momento de mucha emoción porque se acabó el momento de estar juntos", confiesa Martínez, quien, ya reunido con sus compañeros en el vestuario, tuvo "una despedida muy emotiva. Mantuve la compostura porque me agarro y hago fuerte, pero por dentro estuve muy afectado". En todo caso, deja claro que "ha sido una salida bonita y excepcional".
Esa pena se multiplica exponencialmente cuando es cuestionado por haberse quedado a las puertas de la capitanía culé y también de haber estrenado el remodelado Camp Nou. "Quería conocerlo, me apetecía estar ahí y vivirlo, pero no ha podido ser".
Y tampoco le duelen prendas en admitir que, de expirar su vínculo en Can Barça más allá del 30 de junio de 2026, "probablemente me lo hubiera pensado, porque no era un jugador con un salario bajo, estaba a gusto y la familia, contenta. No es fácil tomar esta decisión porque no solo arrastro a la mujer, también a los hijos, pero sí, con más temporadas de contrato me lo hubiese pensado".