La artista vizcaína Enara Uriagereka ha logrado unir dos pasiones que, a primera vista, parecen distantes: el arte y los animales (principalmente perros y gatos). Su proyecto, Artnimality, convierte retratos de nuestros animales más queridos en obras artesanales realizadas sobre madera, un material que, según explica, "tiene personalidad propia, igual que los animales".
Un proyecto que cace del amor a los perros
Formada en Bellas Artes, Enara llegó al mundo del perro casi por casualidad. Paseando a su propia perra le ofrecieron pasear otros canes, y esa experiencia la llevó a formarse como educadora canina. De esa mezcla de vocaciones surgió Artnimality, hoy presente incluso en centros de adiestramiento como La llamada de Buck donde puede verse una pieza con tres retratos: Uma, Bela y Chagall.
Madera. Personalidad. Artesanía
La madera es su soporte habitual. No solo aporta calidez: también garantiza que cada pieza sea irrepetible. "Aunque pintes al mismo perro, la forma y textura de la madera siempre suman algo distinto", señala. Con ella crea desde retratos y rodajas decorativas hasta chapas identificativas más silenciosas que las metálicas, una ventaja para los oídos sensibles de los perros.
Enara en su visita a los estudios de Onda Vasca, junto a Jon Arraibi
El arte de captar la esencia
Sus retratos nacen de una única fotografía escogida entre varias, para evitar mezclar rasgos que deformen la expresión real del animal. El proceso -boceto, transferencia, tratamiento, pintura y barniz- puede llevar apenas hora y media en sus formatos pequeños, pero sigue generándole el mismo nervio inicial: "Cada perro es un reto nuevo".
Las mayores dificultades llegan cuando conoce personalmente al modelo: "Dejas de ver solo la foto; ves cómo se mueve, cómo es… y eso complica". Los encargos conmemorativos son los más emotivos. Enara recuerda especialmente el de una clienta que adoptaba perros mayores. "Me dijo: Ha sido como volver a verle otra vez. Me emocionó muchísimo".
Resistencia artesanal en tiempos de IA
En plena era digital, Enara reivindica el valor de lo hecho a mano. Mientras la inteligencia artificial genera retratos automáticos, nuestra invitada ofrece algo distinto: un trabajo humano, con estilo propio, que se toca, se guarda y permanece aunque se pierdan las fotos.
La educación canina como puente emocional
Su formación en educación canina, en centros como Amarok, transformó también su relación con sus propias perras, a las que considera sus musas. "Los perros lo saben todo; somos nosotros quienes tenemos que aprender a entenderles", afirma.
Su proyecto continúa creciendo. Enara planea nuevos productos, una línea de marca con tote bags y camisetas, y sueña con montar un puesto físico donde exhibir sus obras.
En palabras de la propia creadora, su labor es casi una traducción emocional: convertir una imagen fugaz en un recuerdo tangible que permite tocar, mirar y revivir la esencia única de cada perro.