Tenemos en Café con Patas a dos verdaderos héroes (Dom y Diego) para contarnos unas de esas historias que emocionan, iluminan y nos hacen ver lo importante.
En un mundo donde las dificultades a menudo nos empujan a la desesperanza, la historia de Diego Valtierra y su perro Dom emerge como un poderoso faro de amor y superación. Su viaje conjunto, marcado por un giro inesperado del destino, se ha convertido en ejemplo sobre como afrontar los golpes de la vida, sobre lo que significa un vínculo inquebrantable y la capacidad de redefinir lo que es la felicidad.
Diego y Dom con el director de Café con Patas (Jon Arraibi) en los estudios de Onda Vasca
El día que la vida cambió para siempre
Fue un apacible primero de mayo en Arrasate cuando la tragedia golpeó sin avisar. "Estaba cambiándome las zapatillas... fue en una campa que puede ser la debajo de casa de cualquiera", recuerda Diego. Don, un perro fuerte, joven y lleno de vida, tropezó en un socavón y se golpeó la espalda contra una roca. El resultado fue devastador: "vino arrastrando las dos patas de atrás, se las empecé a mover y digo, '¿Qué pasa si esto no como que no funciona, como que estaba muerto'".
El diagnóstico hubiera sido devastador para cualquiera: médula seccionada por completo e irreversible. Y una primera opinión veterinaria recomendó sacrificar a Don para evitarle una vida de sufrimiento. Ante ello, Diego se revolvió. Y en una segunda clínica, una veterinaria les ofreció una perspectiva diferente, una puerta a la esperanza.
La mirada de Dom lo dice todo: felicidad
La decisión de luchar. Siempre luchar juntos
Don había perdido la movilidad de la mitad de su columna hacia atrás. Su cuerpo ahora mostraba una evidente división, con un tren delantero fuerte y uno trasero inservible. A pesar de la gravedad de la lesión, la vida de Don podía seguir adelante, y Diego, sin dudarlo, decidió afrontar el desafío.
Una vida sin límites
Gracias a una silla adaptada, al compromiso inquebrantable de Diego y a la fortaleza, apego a la vida de Dom, están conquistando cada segundo al máximo: corriendo por el monte, la nieve, glaciares, nadando, viajando. Uno de los momentos más emotivos para Diego fue llevar a Dom a los Alpes. Recorrieron el glaciar Aletsch y se encontraron bajo una imponente montaña, cuyo nombre (cosas del destino) era Dom. "Verle ahí... después de pensar que que se moría tan solo llevando dos años conmigo y de repente ver que habíamos no solamente vuelto al monte, sino que estábamos en los Alpes... qué oportunidad más bonita nos nos ha vuelto a regalar la vida", nos cuenta Diego.
Diego, que fue boxeador, enfatiza que cualquier decisión sobre el bienestar animal debe garantizar una calidad de vida óptima. Observar a Don, ya sea en persona o en sus videos, es ser testigo de una alegría desbordante.
La historia de Don es un poderoso recordatorio del verdadero compromiso que implica compartir la vida con un perro. El cuidado de Dom, por lo extremo de su lesión, es constante. "Cada ocho horas tengo que vaciar a mi perro", lo que implica limitaciones y atención máxima. Pero esta idea de la responsabilidad, nuestro invitado la hace extensible a cualquier perro: ¿cuanta gente se compra o adopta un perro y "no cubre sus necesidades básicas cuando están con las cuatro patas y en condiciones perfectas?", se pregunta.
Nuestros invitados en una de sus aventuras
La Mentalidad del Boxeador y la Misión de Compartir
La fortaleza mental de Diego, forjada en el boxeo, ha sido crucial. "Tú en un combate de boxeo estás ante un problema", nos ha contado, una situación en la que no hay escapatoria. Esta disciplina le ha enseñado a mantener la "cabeza fría" y a buscar soluciones. Para él, no se trata solo de que Dom sobreviviera a su accidente, sino de que viva una vida plena. "Yo no quiero un perro que esté sentado mirándome hasta que se vuelva loco". Su objetivo es "generarle estímulos" y "cuantas más enriquecedoras sean las experiencias que vivimos juntos, mejor es mi calidad de vida y su calidad de vida por consecuencia".
A través de su cuenta de Instagram, @tenentedom, un guiño humorístico al Teniente Dan de Forest Gump, Diego comparte su experiencia y ofrece apoyo a otros en situaciones similares. Aunque sin sustituir la valoración veterinaria, su experiencia práctica ha sido de ayuda a otras personas. "Hay vida más allá de una lesión medular", afirma, alentando a otros a explorar las posibilidades de una vida digna y feliz para sus compañeros caninos, incluso ante la adversidad.
La historia de Don y Diego es un emocionante recordatorio del poder del vínculo humano-perro y de cómo el amor y el compromiso verdaderos, el que se demuestra cada día, pueden transformar la adversidad en una oportunidad para una vida llena de felicidad y propósito.