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Vida de perros

De la Patagonia a Euskadi: una vida entre perros, pan, montañas y teatro

Fernando Posadas, que viajó desde su Patagonia natal Euskadi, nos cuenta como sus perros le acompañan, enseñan e inspiran cada día
De la Patagonia a Euskadi: una vida entre perros, pan, montañas y teatro
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24:06

Os damos la bienvenida a nuestra sección "Una vida de perros", donde conocemos y aprendemos de trayectorias vitales en las que los perros, maestros y maravillosos compañeros en el camino de la vida, han tenido un papel esencial. En esta ocasión, nos visita Fernando Posadas Requena para hablarnos de Greco y Jako.

La vida de Fernando, un argentino que llegó a Madrid en 2012, tomó un giro inesperado y profundo gracias a sus perros, quienes no solo le abrieron un nuevo camino personal, sino también profesional. Desde el primer compañero canino, Greco, hasta la llegada del imponente Jaco, la vida junto a sus perros ha forjado su presente entre la educación canina, el teatro y la creación de pan artesano.

Un Cambio de vida impulsado por la conexión canina

Fernando confiesa que su relación con los perros era inexistente en su Argentina natal. "La verdad que si te soy sincero, no tenía ninguna relación con perros eh hasta radicarme por acá", explica, señalando que la vida de estudiante y la inestabilidad no le permitían la convivencia con un perro. Fue en Madrid, ya con una vida más estable, donde su expareja y él decidieron dar el paso. Greco, un perro adoptado de una protectora de Aranjuez, fue el primero en llegar.

Fernando, junto a Jako y Greco

La cercanía a espacios naturales en Madrid, como la Casa de Campo, fue clave para la decisión. Fernando describe a Greco como "un perro hiperinteligente, es ese tipo de perro que que como hoy en día diría que se educa solo". Un can tranquilo, social y que nunca generó problemas, una mezcla entre teckel y setter que pesaba catorce kilos y con el que la vida fluyó fácilmente.

Euskadi y la expansión familiar: Golfo y el "revoltoso" y "gigante" Jako

Años después, en 2018, Fernando se trasladó a Euskadi, una decisión que fue "otro flechazo". Tras hacer el Camino de Santiago, se sintió profundamente atraído por la cultura, la gente, el mar y la montaña de Euskal Herria, elementos que resonaban con su origen patagónico. En Euskadi conoció a Yure, su actual pareja, y a su perro, Golfo.

La partida de Golfo, el perro de Yure, marcó profundamente a Fernando. "Fue un perro que con sus características a mí me marcó. Era un perro muy inteligente, muy audaz, muy intrépido, muy montañero", recuerda emocionado, destacando la belleza de su despedida. Un tiempo después, Jaco, un cachorro abandonado en las Alpujarras Granadinas que terminó en Madrid, se unió a la familia. Jako, que prometía ser grande, superó todas las expectativas de tamaño, llevando a Fernando y Yure a buscar ayuda para su educación.

El camino hacia la educación canina profesional

El tamaño y la energía de Jaco, un perro "muy recontra, muy activo", llevaron a la pareja a considerar la educación canina. Sin embargo, se encontraron con enfoques tradicionales que no les convencieron. "Utilizaban mucho el tema de la dominancia y el miedo para someter un poco las características como por de una forma problemáticas del perro y la verdad, si te digo sincero, no nos gustó ninguna", afirma Fernando.

Fue Yure quien, tras una intensa búsqueda, descubrió la rama cognitivo-emocional. Ante la sugerencia de su pareja, Fernando decidió formarse él mismo como adiestrador. "Pero en vez de buscar ayuda", le dijo Yure, "¿por qué no aprovechas y y lo estudias vos y ya está?". Lo que comenzó como una herramienta para sus propios perros, se convirtió en una vocación.

"La maravilla es que luego realmente a mí se me abrió una puerta laboral y estoy encantado con eso", comenta Fernando. Esta formación cambió su perspectiva: "empecé a ver a los perros como lo que son, ¿no? Animales, seres conscientes, seres sensibles, seres emocionales que que se lo merecen todo, literalmente se lo merecen todo".

Una vida canina, multidisciplinar y con propósito

Hoy en día, Fernando compagina la educación canina con su pasión por el teatro y la elaboración de pan artesano de masa madre. Aunque no siempre es fácil combinar estas actividades, ha aprendido a organizarse. La similitud entre todas sus facetas radica en "el tema de trabajar hacia los demás", ya sea haciendo reír a la gente en el teatro, ayudando a las familias a convivir mejor con sus perros, o produciendo un pan sano y natural.

La convivencia con Jaco y Greco, dos perros muy diferentes, le mantiene alerta a sus necesidades y le enseña la importancia de "valorar el tiempo". "Su vida es como demasiado rápida... es estar ahí, vivir el presente, disfrutar al máximo", reflexiona, destacando cómo los perros nos hacen personas "bendecidas" por compartir la vida con ellos.

Euskadi, su lugar en el mundo

Fernando, quien ha recorrido un largo camino desde la Patagonia hasta el Cantábrico, tiene claro su futuro. "Sinceramente, yo creo que he encontrado mi lugar en el mundo", asegura. La conexión con Yure, la familia creada, el entorno natural y la cultura de Euskadi han arraigado profundamente en él. "La realidad es que no hay un espacio en mi cabeza para pensar irme algún día de aquí", concluye Fernando, confirmando que Euskadi es, por ahora, su hogar definitivo, un lugar donde su vida y la de sus perros se entrelazan en una armonía perfecta.


30/09/2025
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