Han pasado ocho días desde que la DANA destruyera parte de Valencia y a día de hoy las imágenes que nos llegan, sobre todo, de la zona cero siguen siendo de destrucción, de desastre, de caos. Son miles los efectivos militares, de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y de voluntarios que están trabajando a destajo en la Comunitat Valenciana pero cuando hablamos con los damnificados, los bomberos de Euskadi que han estado trabajando allí o los voluntarios que se han ido hasta Valencia para ayudar, nos damos cuenta de que queda mucho por hacer y que en estos ocho días no se ha hecho lo suficiente ni se ha gestionado correctamente.
En ONDA VASCA, nuestro contertulio Iván Calderón, nos ha ofrecido su testimonio apenas unas horas después de regresar a Bilbao. Ha vuelto de Paiporta después de pasar dos días intentando ayudar y reconoce que vuelve desolado por lo que ha visto pero también por el descontrol y la desorganización que se ha encontrado. "Estoy un poco tocado. Si a mí me dicen que la DANA ha sido este domingo, me lo creo", afirma. "La magnitud de lo que hay allí sobrepasa con creces las imágenes que vemos en los medios", subraya.
Descontrol y desorganización
Iván ha ido con una delegación de Protección Civil de Euskadi. Asegura que llevaban días preparados pero que la Administración de la Generalitat no había solicitado al Gobierno vasco que fuera y que esa petición llegó el domingo con una petición de material muy concreto. "Hemos ido a llevar un material muy concreto que parece que escasea", señala. Y en este sentido afirma que es uno de los grandes problemas que hay. "Hay cosas que sobran. Hay garrafas de agua tiradas por todos los sitios, ropa tirada que se echa a perder porque la solidaridad ha sido grandísima pero lo que hay es un grandísimo descontrol", denuncia.
"Hay medios porque cuando llegamos nos encontramos bomberos de Euskadi, Guardia Civil, Policía Local de Zaragoza, de Madrid, la UME, hay miles de personas pero ves a muchísimos deambular de un sitio para otro".
“ La solidaridad ha sido grandísima pero lo que hay es un grandísimo descontrol ”
En su caso, añade, han pasado horas sin poder dejar en ningún sitio el material que llevaban. "Nosotros llevábamos un material que nos habían pedido, lejía, botas, guantes y equipos de protección individual y tardamos prácticamente cinco horas en poder dejarlo en un centro logístico porque nadie sabía, ni siquiera los puestos de mando, dónde había que llevarlo", explica. "Esa descoordinación es lo que está frustrando a la gente porque hay miles y miles de voluntarios que no saben qué hacer y están por allí deambulando", insiste.
Residuos sin recoger
"Hay toneladas y toneladas de lodo, residuos, coches sin recoger. Ayer echamos una mano a la policía local de Madrid que estaba limpiando un campo de fútbol para poder dejar vehículos que todavía se estaban retirando porque la Administración competente no había habilitado más sitios para dejar vehículos. Y tenemos a gente que no puede entrar en sus casas porque la calle está colapsada por vehículos que están unos encima de otros", asegura.
“ Hay miles y miles de voluntarios que no saben qué hacer y están por allí deambulando ”
"Entiendo que esto ha sobrepasado a todas las administraciones pero es hora de ponerse de acuerdo. El Gobierno central ha puesto encima mucho dinero y pondrá el que haga falta pero lo que hace falta allí es coger las riendas, el mando y mandar".
"He llorado allí porque a mí que llevaba material para repartir de una institución oficial como es Protección Civil de Euskadi, niños pequeños de la edad de mi hijo, de 11 años, me han ofrecido mascarilla y agua por la calle, algo que deberíamos estar dando las instituciones coordinadas y ser nosotros", lamenta. Que lleve miles de botas en el camión y vea a otros sin esas botas y no poder repartirlas porque no las he podido dejar en ningún sitio es frustrante", afirma.
“ Niños pequeños de la edad de mi hijo, de 11 años, me han ofrecido mascarilla y agua por la calle, algo que deberíamos estar dando las instituciones coordinadas y ser nosotros ”
"Cómo no van a estar cabreados", exclama. "Si viesen que lo que llega se está canalizando sería otra la visión pero si estás allí, al pie del cañón ayudando con una pala, y ves que a los que mandan la administración no tienen palas porque los camiones llegan y no saben donde dejarlas pues hay un problema evidente", concluye.