Por Jon Arraibi, director de Café con Patas
Qué frecuente resulta una operación silenciosa que se repite en las aceras: una persona con la mirada clavada en el móvil, paso rápido, correa tensa, el perro que intenta detenerse, olfatear, recibir la inagotable información que el pavimento o el arbusto ofrece… y la orden o el tirón que lo obliga a continuar.
¿Qué le estás haciendo a ese animal cuando le niegas olfatear, ese acto tan natural como lo es mirar para nosotros?
Los perros perciben el mundo principalmente por la nariz. Tienen un área olfativa y una densidad de receptores muy superior a la nuestra; su cerebro está preparado para procesar señales químicas de la misma forma que el nuestro procesa imágenes. Esto no es solo una curiosidad: significa que "olfatear" no es un lujo para tu perro, sino la forma principal de recopilar información sobre otros animales, personas, lugares y objetos.
Permitir y potenciar que tu perro olfatee aumenta su sensación de calma y bienestar. Y, al contrario, privarle de hacerlo desata su frustración, empeora el estrés y disminuye su capacidad cognitiva. Resumiendo: no dejar olfatear es, en la práctica, una sutil forma de empobrecer su mundo y provocar tensión.
Para entenderlo, imagina que en las salidas por la calle alguien te vendara los ojos y te empujara hacia adelante mientras el resto de la gente camina y mira escaparates, lee carteles, identifica puertas, examina caras. Para ti, la ciudad se convertiría en una sucesión de sorpresas impredecibles.
Mediante el olor, tu perro también recoge información social: sexo, estado anímico, edad, salud de otros perros y personas. Cortarles sistemáticamente esa lectura reduce su capacidad para anticipar y reaccionar apropiadamente a la vida social que compartimos.
Así que deja de criminalizar el olfateo. Permite pausas regulares y combina ratos de exploración con ratos en los que el perro debe ir a tu lado.
Usa correas que permitan a tu perro alejarse mínimamente de tu regazo para olfatear. Si tú estás encima continuamente, el mundo y sus matices desaparecen.
Dedica un tiempo diario a preparar para tu perro actividades de búsqueda de su juguete o comida.
Y sé consciente: la próxima vez que sientas la necesidad de mirar el móvil de manera compulsiva, piensa que a tu perro le estás robando tiempo de descanso y conocimiento del mundo.