Polideportivo

Atómico Van der Poel

El neerlandés conquista su quinto Mundial de ciclocross tras batir al esprint a Van Aert
Van der Poel, campeón del mundo por quinta ocasión.

Tic-tac-tic. Apenas tres segundos y otro mundo para condecorar la pechera de Van der Poel, una mala bestia, un animal salvaje en estampida, otra vez multicolor el neerlandés tras el paréntesis de Pidcock. Conquistó el neerlandés el oro en Hoogerheide, en un circuito diseñado por su padre, Adrie, ante 30.000 espectadores en un pueblo de 7.000 habitantes.

Van der Poel, al galope, desbocado, aplastó a Van Aert en la recta de meta, donde se suponía que el belga podía batirle. Solo le quedó observar el estallido frente a sus ojos. No encontró respuesta en su catálogo ante el estallido de Van der Poel, atómico, violento, en el esprint por el Campeonato del mundo de ciclocross. “Esta victoria forma parte mi top-tres”, dijo el neerlandés, incapaz de describir con palabras su felicidad.

Su arrancada despellejó al belga, en carne viva. Van Aert, un ciclista prodigioso, no pudo ni engancharse a su rueda, aplastado y abrumado por la avalancha de Van der Poel. Fueron suficientes tres segundos entre la detonación y la onda expansiva para fundirle los plomos.

El electroshock del neerlandés electrocutó al belga, sin respuesta. Esas pedaladas, profundas, coces virulentas, desarticularon a Van Aert, que ni siquiera se emparejó al neerlandés en el final de la carrera, que ambos compartieron en la misma placenta, gemelos. El cordón umbilical lo rompió Van der Poel a dentelladas.

Una rivalidad histórica

Otro logro para el brutalismo del neerlandés, campeón en 2015, 2019, 2020, 2021 y 2023. Wout van Aert se coronó en 2016, 2017 y 2018. El ciclocross les pertenece. Terratenientes. Es su latifundio. Lejos de ellos, Iserbyt agarró el bronce. Fue el mejor de los hombres que no parecen héroes.

Van der Poel y Van Aert desmigajaron el circuito cosidos el uno al otro desd el tercer minuto de competición. Dos hombres y un destino. El resto peleaba, cada uno a su manera, en el retrovisor, conscientes de que los Van Van escriben su historia particular alejada de los demás.

Los dos campeones se retroalimentan y en el circuito, Van Aert padecía con lo tablones, ambos se midieron al milímetro. No hubo concesiones. Descontaron las vueltas a la espera del éxtasis. El último giro sirvió para engordar la emoción, con esas miradas propias de la pista, donde los tiempos, las pausas y las arrancadas se posan sobre el suspense.

En la lengua de asfalto que saludaba la gloria, Van Aert entró en cabeza. Giró el cuello. Escuchó un chasquido. De repente, una espoleta, la explosión. Un trueno. El humo. Ceguera para el belga, desnortado, luz para el neerlandés, un rayo. Agachó la cabeza Van Aert, inaccesible el neerlandés. Atómico Van der Poel.

06/02/2023