Fernando Jáuregui (Santander, 1950) es uno de los más veteranos del periodismo político. Cumple medio siglo como profesional en activo, y acaba de publicar La foto del Palace (La Esfera de los Libros), coincidiendo con el 40 aniversario de la mayoría absoluta del PSOE en el 82. Un repaso a los años de González y de Zapatero hasta llegar a los tiempos de Sánchez. Preguntado por la convulsa actualidad, siempre teñida del cálculo electoral, Jáuregui advierte de que vivimos en una sucesión de situaciones inéditas, por lo que resulta aventurado echar mano de precedentes.
Para escribir un libro con esa perspectiva temporal, pocos periodistas disponen de su veteranía.
–Esa es la ventaja. La desventaja es precisamente la edad, eres el mayor de todos tus compañeros que ejercen la profesión. La ventaja, que puedes hacer un libro como este, en el que recuerdas muchas cosas porque las has vivido de primera mano, y que otros no han vivido.
Los políticos tampoco son ya de su generación. ¿Eso ha cambiado su forma de relacionarse con ellos?
–Esa es una buena pregunta, y un tema que lo vas entendiendo poco a poco. De pronto los políticos que estaban en una legislatura o son relevados por otros o están en otras cosas, y pierdes todas esas fuentes directas. Eso es un tema importante, que te envejece. Hay que estar muy atento a mantener las fuentes y el contacto, la presencialidad del periodista, para no desautorizarte. Eso es lo más duro de todo, quizá. De hecho, de la gente que estaba en las primeras legislaturas que cubrí hace muchos años no queda nadie.
Hace días, una chica de 14 años me preguntó quién es Felipe González. Viene otra generación para la que el 82 es algo lejano.
–El desconocimiento de la historia inmediata que tienen los jóvenes, ahora lo puedo palpar entre nuestros universitarios, es aterrador. El otro día uno de cuarto de carrera me preguntó qué quién es el Kremlin. Pero es que ninguno de los otros 40 restantes sabía qué es el Kremlin. Y del Kremlin estamos hablando todos los días. No leen ningún periódico, no escuchan noticiarios de radio ni de televisión. Y eso es algo que tenemos que revertir, porque la información es algo importantísimo, que es lo que nos hace libres. No podemos renunciar a la información.
“ Estamos actuando como si no pasase nada, como si no estuviésemos sujetos a una economía de guerra ”
Los periodistas a veces también alimentamos mitos que el tiempo desmiente. Ni Zapatero era Bambi, ni Sánchez estaba muerto en 2016, ni González era el ídolo superlativo; pronto destiñó.
–Y lo mismo se puede decir de los presidentes del Partido Popular, Aznar y Rajoy. Yo admiré a Adolfo Suárez porque lo traté y le conocí más. Vi cómo daba la vuelta al Estado como un calcetín en once meses, democratizándolo, que no era fácil. Y lamento que ahora no seamos capaces de hacer una segunda Transición adecuada a los nuevos tiempos, porque estamos actuando como si no pasase nada, como si no estuviésemos sujetos a una economía de guerra, como si el mundo no estuviese cambiando de una manera brutal, y los populismos haciéndose cargo de muchos Gobiernos. Seguimos mirando el dedo que señala la luna, y no nos estamos dando cuenta de que la luna está un poco en eclipse. Si este país no va mejor es porque la política española es secularmente testicular, esto se hace por mis santos, o no se hace porque no me sale de no sé qué. Es una barbaridad esta política de confrontación. Estoy escuchando ahora mismo al presidente del Gobierno en sede parlamentaria, y es todo pura confrontación, ricos contra pobres, jóvenes contra viejos, territorios vaciados frente a territorios superpoblados...
La política es confrontación, y el PP empezó la legislatura deslegitimando a este Gobierno.
–Niego que la política tenga que ser confrontación.
Confrontación de proyectos.
–Yo creo más bien en la complementariedad. No tienen que ser diametralmente opuestos. A ver si alguien de la gente de la calle es capaz de explicar cuáles son las diferencias para renovar el Consejo General del Poder Judicial. O cuáles son las profundas diferencias que existen en materia fiscal entre los dos grandes partidos. Que me las expliquen, porque no las hay. Es simplemente un juego de confrontaciones, y yo creo que la política no tiene por qué ser confrontación.
“ El capítulo del Ministerio del Interior, con diferencia, es el peor resuelto de todos los gobiernos de Felipe González ”
Volvamos a su libro. Un año después de llegar González al poder, usted firmó una crónica en El País en noviembre del 83: “Una posible puesta en marcha de tácticas de guerra sucia flotó sobre la sesión”. Acababan de desaparecer Lasa y Zabala, cuatro policías habían intentado secuestrar a Joxe Mari Larretxea, y poco después se produjo el secuestro de Segundo Marey. ¿Recuerda aquel momento? Porque esta es una de las claves sobre Felipe González.
–Sin duda, no recuerdo aquella sesión exactamente, ni cómo discurrió, pero sí el clima que existía en torno a temas que no comprendíamos muy bien, de presuntos errores policiales, vamos a llamarlo así, porque no sabíamos muy bien de qué se trataba, en relación con la lucha antiterrorista.
Pero ya entonces, su propiodirector en El País, Juan Luis Cebrián, alertaba sobre indicios gravísimos, que después fueron tomando cuerpo, hasta el punto de ver a González en 1998 despidiendo a Vera y a Barrionuevo frente a la cárcel de Guadalajara.
–Había más que sospechas de que estaban pasando cosas raras. Todo aquello que era realmente un escándalo, y que además a día de hoy todavía no está del todo explicado, al final tuvo las consecuencias que tuvo. Bien, un encarcelamiento breve del ministro del Interior y del secretario de Estado de Seguridad y algún otro secretario de Estado, pero breve...
Breve porque se quiso que fuera breve.
–Efectivamente, eso es exactamente lo que estoy diciendo. Que al final eso ha quedado sin solventar. ¿Estaba Felipe González al final de la ‘X’ o no estaba? No lo sé, sinceramente. Yo se lo pregunté un día, y me dijo: si me acusan sobre eso me harán un favor. No es por defender su figura. La negligencia in vigilando tampoco exime de culpa, pero estoy convencido de que no se enteró de muchas cosas, de las que se tenía que haber enterado.
¿Entonces fue un negligente?
–Es lo que digo, que la negligencia in vigilando atenúa quizá la culpa, pero no exculpa. Aquello fue un desmadre. El capítulo del Ministerio del Interior es el peor resuelto de todos los gobiernos de Felipe González. El peor, con diferencia.
En su libro comenta que el ministro del Interior Antoni Asunción normalizaba que le espiasen. Y que usted constató que “los hombres” de Rodríguez Galindo habían seguido y vigilado a Asunción.
–Una vez estábamos comiendo con Asunción y al tiempo nos mandó una transcripción de lo que habíamos hablado, con lo que había sido pinchada esa mesa de un restaurante muy cerca del Congreso, donde esa ‘operación tenedor’ de los servicios secretos funcionaba. El funcionamiento de esos servicios secretos ha sido otra de las constantes cuestionables de todo un periodo. Hay un libro sobre los papeles del general Manglano que resulta altamente evidente.
Entrevistamos a uno de sus autores, Javier Chicote.
–Tanto en lo que se refiere a las irregularidades en la lucha contra el terrorismo, como en otras cuestiones. No olvidemos que en 1995 acabó la cosa con la dimisión del propio jefe de los servicios secretos, del ministro de Defensa y de nada menos que del vicepresidente del Gobierno en esos momentos, Narcís Serra, por haber espiado ilegalmente desde al rey hasta al presidente del Real Madrid. Irregularidades ha habido todas las que se quieran, y la historia no ha hecho justicia, hay muchas incógnitas todavía sobre esto.
En ese archivo de Manglano el propio Asunción desvelaba un envío de cartas bomba a ETA, implicando a Corcuera. Hubo un cartero que murió. ¿Los ministros del Interior iban por libre y Felipe González no se enteraba de nada?
–Yo no digo que no se enterase de nada. Digo que probablemente de todo no se enterara.
De cosas tan graves.
–Pues yo creo que solo parcialmente de algunas de ellas. Insisto que no es por defenderle, es simplemente la constatación que puedo hacer como informador sobre el Gobierno en esos momentos. Pero como digo, la negligencia in vigilando atenúa la culpa, no la exime.
“ No olvidemos que en 1995 dimitieron Manglano, Narcís Serra y el ministro de Defensa por espionaje ilegal ”
En su libro, reconoce que hubo periodistas que, pese a ser alertados por el jefe de la Casa Real sobre comportamientos del rey, callaron. “Quizá no podíamos ni nos atrevíamos hacer otra cosa”. A su generación se le critica por esto.
–Yo esa autocrítica me la hago, Eran años muy complicados, había muchos manejos económicos de gente bastante indeseable. No entiendo que todo haya transcurrido como si no hubiese pasado nada, y han pasado muchas cosas. Seguramente Sabino Fernández Campo nos contaba cosas a algunos periodistas con la esperanza de que eso saliese a la luz y refrenase una sensación de impunidad por parte del jefe del Estado. De impunidad y de inmunidad, que, por cierto, está en la Constitución. No era fácil. Y además, creo que algunos teníamos un sentido absurdamente exagerado de la defensa del Estado. Porque todavía vivíamos un poco con la sombra del franquismo. Ya había pasado mucho tiempo, pero con la sombra de que había que defender la democracia, y a lo mejor no entendimos muy bien cómo había que defenderla. Creo que esa autocrítica nos la tenemos que seguir haciendo muchos profesionales. Algunos sí dieron ciertos pasos más valientes, pero claro, no era suficiente, no lo fue.
Se refiere a Madrid como “centro de todas las tormentas”. Con un clima político, en distintas etapas, muchas veces irrespirable.
–Absolutamente, es verdad que hay tensiones políticas, económicas, institucionales, tensiones derivadas de la actividad terrorista, que fue el mayor problema de todos los gobiernos de Felipe González, y tensiones mediáticas. Algunos periodistas famosos se constituyeron de pronto en una asociación de profesionales independientes, que luego fue llamada ‘sindicato del crimen’, nada menos que con el objetivo de derribar a Felipe González porque no les gustaba lo que estaba haciendo, al margen de las urnas. Las tensiones eran múltiples, y Madrid era una ciudad enormemente crispada. Pilar Cernuda y yo escribimos un libro llamado Crónicas de la crispación, un poco perplejos ante todo lo que estábamos viendo y no acertábamos ni a revelar ni a resolver.
“ Hay dos temas sobre los que puede mentir un presidente: la duración de la legislatura y el cambio de ministros ”
Cuestión reciente: una vez que cayó Pablo Casado, parecía que todo el periodismo madrileño supiera que no estaba capacitado para ser presidente del Gobierno. ¿Ventajismo, o eso flotaba en el ambiente?
–No flotaba en el ambiente, había mucha gente que hacía la pelota a Casado en muchos medios, y que luego descubrieron que no era la persona idónea. Yo creo que hubo un cierto oportunismo. Los toros se ven muy bien desde la barrera, y a posteriori es muy fácil explicar por qué te equivocaste en tus predicciones, pero a mí Casado no me parecía ni mal tipo ni hubiese sido quizá un mal presidente del Gobierno. Era una persona débil.
¿En qué sentido?
–A lo mejor tenía que haberse impuesto más dentro de su propio partido en algunas cosas. El PPno podía ser un reino de taifas. Débil en ese sentido, y en el que tendría que haber, desde mi punto de vista, apoyado mucho más pactos puntuales con el Partido Socialista gobernante o no gobernante incluso. Es que esta política de confrontación es lo que hace buena la frase de Bismarck, de que los españoles somos el pueblo más fuerte del mundo, porque llevamos siglos empeñados en destruirnos y no lo hemos conseguido.
Pero la cuestión, y ya le pasó a Casado con aquellas elecciones en Castilla-La Mancha, es qué hará Feijóo con los escaños de Vox en 2023. Si suma, y no tiene alternativa, todo el mundo entiende que llegará a la Moncloa de su mano.
–Bueno, Vox está ahí y no queda más remedio que contemplarle como posible socio de Gobierno por parte del PP.
La derecha podría prometer lo contrario.
–Ya. Lo hizo Sánchez con Podemos. ¿Se acuerda? Y luego mire lo que pasó.
¿La comparación entre Vox y Podemos es aceptable?
–Son cosas distintas y distantes. Vox todavía está ahí, y no sabemos lo que va a ser. Yo le oigo decir barbaridades, y veo barbaridades, y un talante guerracivilista y antieuropeísta que me asusta, sinceramente. Pero Podemos, en su versión Pablo Iglesias, fue muy dañino, incluso para algo que yo defiendo mucho, que es la libertad de expresión. No había facilidad de acceso a la información en el área de Pablo Iglesias. Hubo un intento de control de la televisión pública en sus tiempos.
“ Los mentideros de Madrid son una pereza, estamos elucubrando sobre hipótesis muchas veces imposibles ”
La televisión pública y su orientación han sido un gran foco de crítica desde Calviño y antes.
–Bueno, ha habido épocas mejores y peores. Con Rajoy fue de las peores. Con Zapatero fue bastante mejor. Ahora, los últimos acontecimientos en TelevisiónEspañola a mí no me han gustado un pelo. Lo único que digo, volviendo a la pregunta anterior, es que el señor Pablo Iglesias se jactaba de haber controlado Televisión Española. Él quería controlar centros neurálgicos de poder, y uno de ellos era Televisión Española, y se jactaba de eso.
Pero Televisión Española es un centro de poder e influencia, aunque sea cada vez menor, por la concurrencia de medios.
–Pues sí, por eso mismo deberíamos tener mucho cuidado con él, porque es un centro neurálgico de poder de todos, no de unos. Y yo lo percibo, cada día parece más de una parte, y no de todos.
¿Apuesta a que Pedro Sánchez agotará la legislatura para enfrentarse de lleno a las dificultades que trae la guerra de Ucrania?
–Con Pedro Sánchez nunca se sabe. En 2019 nos dijo que convocaba elecciones para no hacer lo que hizo precisamente al día siguiente de los comicios: pactar con Pablo Iglesias, pues eso impediría dormir al 95% de los españoles. Hay dos temas sobre los que se permite mentir a un presidente del Gobierno: la duración de la legislatura y la remodelación de ministros. Mi apuesta personal es que intentará agotar la legislatura, y puede hacerlo. Va a aprobar unos Presupuestos que no son realistas, porque ahora mismo ninguno lo puede ser en estos tiempos de economía de guerra, y nadie sabe en qué va a derivar el invierno frío que nos espera. A pesar de eso, o quizás precisamente por eso, yo creo que intentará agotar la legislatura. Y que se presentará. Hay gente que dice que no lo hará.
¿Gente que dice eso?
–Sí.
¿Y en función de qué cábalas?
–Aquí en la Villa y Corte todo son cenáculos y mentideros. Ahora hay muchos rumores sobre una sustitución de Pedro Sánchez, por parte de su delfín, llamada Nadia Calviño, si Pedro Sánchez de alguna manera entrase en crisis, que puede hacerlo, naturalmente. Todo gobernante necesita un número dos, y Pedro Sánchez no lo tiene.
“ Sánchez va a aprobar unos Presupuestos que no son realistas, porque ahora mismo ninguno lo puede ser ”
Calviño tuvo una intervención muy destacada en el Congreso hace dos semanas, pero parece que hay quien construye sucesiones en 24 horas.
–Los cenáculos y mentideros de Madrid son una pereza, porque estamos todo el día elucubrando sobre hipótesis que muchas veces son imposibles de cumplir. Una de ellas es esa, que Pedro Sánchez se retiraría y no se presentaría a las elecciones. Pero eso yo dudo de que ocurriese, porque quedaría en muy mal lugar, aunque tuviese garantizado un puesto en Europa. Otra cosa es, si las pierde, qué haga después. Lo lógico es que agotará la legislatura y concurrirá a las elecciones.
Sánchez no ha hecho este viaje desde su defenestración de 2016 para estar cinco años e irse a las puertas de unas Generales.
–Por supuesto, y si funciona la teoría del péndulo, las perdería. Pero eso es mucho arriesgarse ahora mismo.
“ Está todo muy abierto, 2023 va a ser un año apasionante ”
Si Sánchez no reedita mandato en las próximas elecciones, sería la primera vez que un presidente del Gobierno no logra un segundo mandato en las urnas. Un precedente estadístico de esta democracia.
–Aquí no hay precedentes estadísticos. Están pasando cosas que son inéditas continuamente. Este es un país que tiene dos reyes, de los cuales uno está en un ‘exilio’, o llámelo como usted quiera. Un país cuyo presidente del Gobierno llegó a serlo por primera vez a través de una moción de censura a raíz de una sentencia judicial, más o menos discutida, sobre corrupción. Un país donde el hoy presidente del Gobierno fue echado a patadas de la secretaría general de su partido y la recuperó a golpe de coche, militante a militante. O un país que se ha cargado en tiempo récord a dos líderes del Partido Popular. Es decir, no me hable de estadística. Porque la verdad es que este es un país políticamente muy peculiar. Vivimos en una crisis permanente. Yo no me atrevería a hablar de estadísticas. No las hay.
Tampoco entonces para que haya un movimiento pendular. ¿O no le concede ninguna posibilidad en las elecciones?
–Sí, sí, ¿cómo no se las voy a conceder? Sánchez es un resistente y sabe muy bien aprovechar todas las oportunidades. No estoy entre los que piensan que lo hace todo mal, ni muchísimo menos. Tampoco entre los que dicen que lo hace todo bien, empezando por él mismo. Pero Sánchez es un señor con valores, y una parte importante de la población ahora mismo le apoya, le guste o no le guste a determinados medios o a determinados sectores. Y si él aprovecha bien sus bazas, internacionales sobre todo, porque él es un hombre muy bien aceptado en los ambientes europeos, a lo mejor resulta que no pierde las elecciones, que no tiene por qué perderlas. Está muy abierto todo, va a ser un año apasionante, 2023 todavía más apasionante que 2021 y 2022. O que 2019. Acuérdese, desde el año 2017, en el que ocurrió lo que ocurrió en Catalunya, de toda la cantidad de cosas que han pasado. Este es un país muy anormal.