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“Si una persona mayor dice que es un estorbo, puede tener una ideación suicida o sufrir una depresión”

“Si una persona mayor dice que es un estorbo, puede tener una ideación suicida o sufrir una depresión”

“Si una persona mayor dice que es un estorbo, hay que consultarlo porque puede tener una ideación suicida o sufrir una depresión”, advierte Enrique Echeburúa, catedrático emérito de Psicología Clínica en la UPV/EHU y autor del libro Muerte por suicidio. El sufrimiento de las víctimas y el duelo de los supervivientes.

El año pasado se suicidaron 48 personas mayores de 70 años en la CAV, pero apenas se habla de ellas.

Casi el 40% de las personas que se suicidan en el Estado español tienen más de 60 años, cuando parece por los medios de comunicación que el suicidio es una cosa de jóvenes.

¿Las personas mayores se quitan la vida por soledad, enfermedades...?

Muchas veces aparecen factores como la soledad por una viudedad reciente o un divorcio tardío no deseado o la presencia de un deterioro físico incapacitante como consecuencia de una enfermedad o de un deterioro cognitivo leve. La persona se percata de que está perdiendo facultades, sabe que va a ir a más y no quiere ser una carga. Eso puede llevar a un suicidio, especialmente en hombres.

Algunos dicen: “Ojalá ya no estuvieran aquí”, pero nadie se espera ese desenlace. ¿Hay que alertarse?

Siempre que se haga una referencia a la posible desaparición de una persona como salida hay que prestarle atención. Aquí no se puede decir aquello de perro ladrador, poco mordedor. Que una persona diga: “Mejor sería que yo no estuviese aquí porque no soy más que una carga” debe encender las luces rojas y debe hacerse una consulta por si presenta una depresión o pueden adoptarse medidas de apoyo social o familiar para hacer frente a esa situación.

¿Se pueden detectar otras señales?

El caso probablemente es mucho más grave si esta persona adopta otras medidas, como hacer o cambiar el testamento en ese momento o regalar algo valioso emocionalmente a sus hijos. Esto denotaría que puede presentar una ideación suicida y, por tanto, hay que alarmarse porque si se la pone en tratamiento, normalmente puede salir adelante, aunque hay casos en que no. Personas que han tenido una tentativa de suicidio y no lo han conseguido luego suelen estar satisfechas de seguir viviendo.

¿Qué puede hacer la familia si una persona no quiere recibir ayuda? Acompañarla 24 horas es inviable.

Si una persona quiere suicidarse, va a hacerlo porque antes en el mundo rural uno se echaba a un pozo o se ahorcaba en un árbol, pero hoy los medios para quitarse la vida son múltiples. Si es un resultado de un trastorno mental grave –en un 80% de los casos hay una depresión de fondo con una gran desesperanza–, podemos decirle: “Vamos a consultar por este problema e intentar tratarlo y si esto no funciona, ya verás tú lo que haces”. Ayudarle a posponer esa decisión con procedimientos de ayuda que en muchos casos son efectivos, como el tratamiento psicológico, médico, que estas personas requieren. En los casos de personas que tienen una soledad no deseada, buscar recursos comunitarios donde puedan encontrar un nivel de compañía en el entorno.

El año pasado se quitaron la vida 124 hombres y 50 mujeres en la CAV. ¿Por qué ellos se suicidan más?

De cada cuatro casos, tres son hombres. Ser mujer es un factor protector porque utilizan medios menos violentos cuando lo intentan, como los fármacos o los cortes, mientras que ellos recurren más al ahorcamiento, la precipitación o las armas de fuego. Probablemente tiene que ver con factores hormonales, de educación y con el hecho de que puedan ser madres, lo que hace que rechacen más la adopción de soluciones drásticas.

Buena parte de los casos se concentran en personas de mediana edad.

La franja de 30 a 60 años es un periodo temporal muy amplio en el que se produce un balance existencial. Hay personas que experimentan que tienen una vida fracasada y que, a su edad, ya no pueden enderezarla. Por otra parte, es la época donde se manifiestan los trastornos mentales más graves, como la depresión, que es la bestia negra del suicidio, la esquizofrenia o el alcoholismo.

Quedarse en paro, una ruptura... ¿Cuáles suelen ser las motivaciones que los impulsan a este desenlace?

No es tanto el que le echen del trabajo o tenga una ruptura de pareja, porque las personas tenemos recursos para hacer frente a las frustraciones, sino que haga un balance de su vida y sea un fracaso. Si además tiene antecedentes de depresión, alguna tentativa de suicidio o ha habido algún caso en su familia, es más frecuente.

¿Y en el caso de los jóvenes?

En los jóvenes, en cambio, se puede dar un suicidio impulsivo. Las tormentas emocionales asociadas a una ruptura de pareja, un fracaso en los estudios o una falta de cohesión familiar se viven con gran intensidad y eso puede llevar a intentar buscar una solución en la muerte. También pueden llevar al suicidio el consumo de alcohol o drogas, sobre todo cuando la persona está en un pozo y se siente excluida, una situación de acoso escolar, una orientación sexual no reconocida en el entorno o un trastorno de la conducta alimentaria.

A veces se tacha a quienes se suicidan de cobardes, otras de valientes.

Las personas lo que quieren es dejar de sufrir, no es un tema moral de valentía o cobardía. Hay que evitar hacer juicios morales. También romper con ciertos mitos, como el de que quien habla de suicidio no se va a quitar la vida o el de que solo las personas enfermas se suicidan.

Al dolor por la pérdida del ser querido se une el sentimiento de culpa, la incomprensión... ¿Cómo repercute un suicidio en los familiares?

Estas personas se encuentran profundamente deprimidas y es importante prestarles atención. Una muerte por suicidio lleva en cascada el sufrimiento intenso de al menos cuatro o seis personas de su entorno, sobre las que pesa muchas veces el estigma. Muchos padres se sienten culpables, piensan por qué no se dieron cuenta a tiempo, lo que agrava su situación psicológica. Además, quienes están a su alrededor muchas veces no saben cómo consolarles y lo que hacen en ocasiones es evitarlos, lo que aumenta su sufrimiento y soledad.

Cuando son los padres los que toman la drástica decisión y los hijos son menores, ¿cómo les afecta?

Depende de la edad, de que se hayan percatado del alcance de lo ocurrido o de si han encontrado el cadáver en casa, que es mucho más traumático. Hay que hacerle ver que muchas veces el suicidio es el resultado de una enfermedad. Se trata de desculpabilizarle y darle apoyo familiar y social.

Quienes amenazan a otros con suicidarse ¿tienen en mente hacerlo o puede ser un chantaje emocional?

Pueden darse las dos cosas, aunque el riesgo es mayor en las personas que tienen una ideación suicida reiterada, pero no se la cuentan a nadie. Si hay una amenaza, puede que se utilice como chantaje emocional: “Si me dejas, me voy a suicidar porque mi vida ya no tiene ningún sentido” o para anticipar algo que uno tiene pensado. En cualquier caso, es un motivo de preocupación, pero si hablamos de una ruptura de pareja, la persona que rompe no puede sentirse chantajeada. En todo caso, tendrá que ser consecuente con la decisión que ha tomado e informar de esa situación a las personas de su entorno para que intenten darle el apoyo necesario.

Hay suicidios con repercusión mediática, como los de los hombres que matan a sus parejas. ¿Tratan de eludir la justicia o la condena social?

Aproximadamente el 20% o 30% de las personas que matan a su pareja o expareja se suicidan de inmediato. Normalmente no tienen antecedentes delictivos, excepto de maltrato de otra pareja. Cuanto más integrada esté socialmente una persona mejor puede predecir lo que va a ocurrir. Sabe que ha cometido un delito muy grave, como es el asesinato de la madre de sus hijos en muchos casos, que le espera una condena muy larga y, además, está el reproche social, su familia y amigos no lo van a aceptar. Ante esto, pueden optar por suicidarse y el riesgo es mayor si tienen acceso a armas de fuego, como los cuerpos de seguridad o los cazadores.

11/09/2023