Araba

Así es el trabajo de una cartera rural en Álava

Protagonistak

Seis de la mañana de un día laborable cualquiera. Suena un despertador en Oyón, el pueblo en el que nació y al que hace 5 años regresó Isabel Delgado a vivir después de dejar el trabajo fijo de dependienta en el que había estado los últimos 11 años. Ducha, café, puesta punto y motor del coche en marcha para ir hasta Laguardia.

A las 7.30 de la mañana comienza su jornada en la oficina de Correos, pero mucho antes de que el reloj marque esta hora ella ya está allí. El nervio y las ganas de cumplir con todo lo que tiene que hacer le pueden. Aparece el camión que trae la correspondencia, aparca a varios metros de la oficina, e Isabel y algunos compañeros/as acuden con los carros-jaula para llenarlos y arrastrarlos hasta las dependencias postales. Allí tocará separar, ordenar y clasificar por zonas.

Isabel echa un vistazo a lo que tiene, prioriza las entregas 24 horas y las notificaciones y carga en su coche particular todo lo que cree que podrá entregar en el día. A las 9.30 como muy tarde ya está en marcha. Le gusta conducir y le toca hacerlo por carreteras secundarias, esas que le llevaran durante toda la mañana a Paganos, Samaniego, Villabuena, Leza y Navaridas para ir entregando su mercancía y, a la par, vaciando su coche. El servicio de paquetería ha aumentado y su trabajo se ha incrementado. Llenar el carrito con el que recorre a pie cada una de estas localidades requiere cierta pericia. Hacerlo correctamente le evita regresar a su vehículo para llenarlo de nuevo.

El tiempo es oro para Isabel, pero no por ello se olvida de saludar, de intercambiar palabras con algunos vecinos/as o de dejar los paquetes de María en otro lugar diferente al que viene señalado en su dirección porque sabe que hoy a la mañana no está en casa y en el bar se lo entregan luego. Algunas personas salen a su encuentro.

Se han enterado que desde hace poco Isabel puede certificarles una carta, recoger paquetes para devolver y hacer muchas gestiones que les evitan acercarse a la oficina de Laguardia. "Con nuestra PDA podemos facilitar la vida a la gente, que es eso de lo que se trata", asegura. Y aunque esto suponga más trabajo para ella, no le importa porque si hay más carga, igual se generan más puestos de trabajo y a ella le siguen llamando como le lleva sucediendo en los últimos 5 años.

Vacaciones, bajas y cualquier otra circunstancia que haga que se necesite personal acaba en un contrato para ella. La incertidumbre y la imposibilidad de hacer planes son los principales inconvenientes que lleva aparejada la eventualidad, pero trabajar cerca de casa, el trato con la gente y "el meneo", hacen que, cuando se le pregunta cuál es el mejor recuerdo que tiene de este trabajo, diga que "cada una de las llamadas que recibo para decirme que tengo un nuevo contrato para firmar por x días". Desde que dejó su trabajo fijo como dependienta, ha firmado muchos, pero quiere seguir haciéndolo.

El suyo es uno de esos servicios itinerantes que hay en el ámbito rural en el que el trabajo lleva implícito mucho de empatía y ganas. "Llueva, nieve o luzca el sol hay que coger el coche igual y llevar a la gente sus cosas", asegura mientras hace recuento. "Desde que empecé a trabajar a primeros de julio de 2017, he estado en las oficinas de Oyón y Laguardia, he cubierto 4 de las 6 circulares de Laguardia, he trabajado con muchos compañeros/as, he recorrido ni se sabe la de kilómetros, he conocido un montón de pueblos en los que no había estado, aunque sea de la zona, más de una vez he apartado paquetes que tenían la dirección de mi casa o de algún vecino/a para llevarlos al acabar la jornada y, sobre todo, me he relacionado con un montón de gente a la que le he intentado hacer las cosas más fáciles", va señalando.

Son las 14.00 y toca volver a la oficina. Hay que liquidar, organizar, entregar el dinero si se ha realizado algún cobro, y dejar las notificaciones preparadas para que la compañera de la tarde haga el segundo intento. Si algo se ha quedado sin entregar tendrá que esperar a mañana. Otro día más sonará el despertador a las 6.00 y tocará ejercer de nexo de unión entre el vecindario y la oficina de Correos. Su labor ahorra viajes a las personas, viajes que a Isabel Delgado le dan la vida.

02/03/2022